Una muy buena razón para el reconocimiento de esta película reside en su monumental trabajo de desmoronamiento de los órdenes reconocidos: la tragedia deviene comedia, la figura del tartamudo lidera la iconografía de una nación estirada y clasista, el saber nivela a todos frente a la única fuente de seguridad inteligente: la verdad, el pueblerino de la colonia sostiene el poder de la realeza y del Imperio. (www.blogger.com/targetadeinvitacionacine)
Titulo: El Discurso del Rey
Titulo Original: The King´s Speech
Director: Tom Hooper
Home Page: http://www.kingsspeech.com/
Clasificación: ATP
Género: Basado En Hechos Reales, Drama, Histórica
Duración: 118 minutos.
Distribuidora: Diamond Films
Origen: Australia, Estados Unidos, Reino Unido
Año Realización: 2010
Intérpretes: Colin Firth, Geoffrey Rush, Helena Bonham Carter, Derek Jacobi, Robert Portal, Jennifer Ehle y Timothy Spall
Fecha Estreno: 10/02/2011
Fuente: http://www.cinefreaks.com.ar/web/nota.php?zna=&iSWE_ID_O=&iSWE_ID_1=69&iENC_ID=1861
Sinopsis:
"Después de la muerte de su padre, el rey Jorge V (Michael Gambon) y la escandalosa abdicación de su hermano, el rey Eduardo VIII (Guy Pearce), para casarse con la norteamericana, plebeya y divorciada, Wallis Simpson, Bertie (Colin Firth), quien durante toda su vida sufrió de un trastorno de dicción, se ve súbitamente coronado como Jorge VI de Inglaterra. Con un país a punto de entrar en guerra que necesitaba desesperadamente de un líder, su esposa Elizabeth (Helena Bonham Carter), la futura reina madre, toma cartas en el asunto y le arregla a su esposo un encuentro con el excéntrico terapeuta del lenguaje, Lionel Logue (Geoffrey Rush), un actor australiano frustrado que utiliza técnicas muy poco convencionales. Después de un difícil comienzo, paciente y especialista, acuerdan profundizar en un tratamiento poco ortodoxo y ambos llegarán a desarrollar un vínculo indestructible. Con el apoyo de Logue, de su familia, del gobierno y de Winston Churchill (Timothy Spall), el rey superará su tartamudez y pronunciará un discurso radial memorable que inspirará a su pueblo para mantenerse unido ante la batalla. Basada en la verdadera historia del Rey Jorge VI (padre de la actual reina de Inglaterra) El discurso del rey se centra en las búsquedas de un monarca que, en principio, no tenía ganas llegar al trono, para encontrar su propia voz."
Fuente: http://www.todaslascriticas.com.ar/pelicula/el-discurso-del-rey
¿Qué tiene esta película que la hace uno de los diez filmes más solicitados en la Internet, en el 2011? Si me atengo a la crítica y a los comentarios publicados y accesibles, debo decir que se trata del cumplimiento de los cánones de la estética del buen cine (
Daniela Vilaboa http://www.leercine.com.ar/nota.asp?id=305, o de la satisfacción de la perversión de echar vistazos a la vida privada de la familia real británica (
Juliana Rodríguez 11/02/2011 22:22 http://vos.lavoz.com.ar/content/la-vida-privada-real-0), la heróica historia de superación personal (
Mauro Jacobo http://cinelico.blogspot.com/2011/03/el-discurso-del-rey-simple-y.html) o a la perfección narrativa (
Martín Morales http://www.mmcriticas.com.ar/2011/01/kings-speech.html. Pero como todos ellos me provocan y me convencen que tienen razón, decido hacerme la pregunta por el revés. Es decir, no me hago la pregunta como espectador convencido sino como interesado en abrir el elemento "actuación", porque el trabajo de Colin Firth casi me hizo doler las muelas. Si bien la anécdota aparece contrastada y limpia, y el ritmo narrativo entretiene, no podía yo quitarme de encima un par de preguntas molestas:
¿Cómo hacer creíble un personaje cuyo deseo íntimo es no ser rey? ¿Cómo hacer creíble una tragedia cuyo sino es la comedia? El propio Tom Hooper–Director del filme- lo expuso en la entrevista contenida en el DVDA-9062 de RTC y DVD-video: “Tenía toda la apariencia de una comedia. El Rey quiere a su terapeuta; el Rey abandona su terapeuta; el Rey vuelve donde su terapeuta …..” jajajajajaj!!! ¿O sea que es como la tragedia que se niega a sí misma y toma la apariencia de un drama de superación personal, como señalan los comentaristas argentinos? Nada fácil.
La tragedia shakesperiana es la desmesura del deseo de poder: el trono, la riqueza, la posesión, el sometimiento, el amor desbordado y cien cosas así son los apetitos que desencadenan los hechos de sangre, venganza, dolor y muerte, bellamente cantados en el verso de Shakespeare. Pero acá se trata de un pobre noble –pobre hombre- venido a Rey. Ja!!!!! Venido a Rey como quien llora ante la niñera, implorando “No quiero; no quiero ser Rey” Pero, le toca. Le toca ser Rey!!!! Jajajajajaja!!! Mi escritura es abordada inmediatamente por la concepción griega del Destino - la Moira. Según su dictado, Edipo sin proponerse quebrantaría la prohibición del incesto, norma fundante del género humano, como Antígona desobedecería la prohibición Real de enterrar a Polinices quebrantando con ello el orden fundante de la ciudad. Sus vidas son trágicas porque, no su voluntad sino el Destino los ciega y los lleva a la acción dolorosa. Él y ella no son contraventores voluntarios lo cual importa poco a la hora de la deshonra y el castigo que se cumpliran sobre su cuerpo y su memoria, y su dolor alcanzará el sentimiento de los asistentes. Pero si Edipo y Antígona sobrellevan el escarnio público, el pobre hombre venido a Rey de la película y de la historia debe soportarla como acto privado. Entonces la tragedia pierde su naturaleza y deviene en comedia, lo cual la coloca al borde de la burla. Ese es el destino que debe superar el personaje.
Y, yo, acá pensando y escribiendo, me invento un camino para hacer creíble semejante despropósito. Me “invento” el camino que yo pienso que es la ruta del actor para convidar a los espectadores a dejarse atrapar por su personaje. No estoy pensando en la historia: ella ya sucedió; todo está consumado y no se puede cambiar. Pero los detalles de la anécdota cinematográfica constituyen el desafío. Por ello, estoy pensando en el trabajo del actor. Ponerse en el contexto histórico de la vida del tartamudo de la familia real inglesa, “Bertie” Duque de York. Yo, que leí a Pablo E. Arahuete en
http://www.cinefreaks.com.ar/ que el 2 de febrero de 2011, como comentarista oficial del sitio escribió lo siguiente, sobre la película:
“En un rincón de Europa hay un político con aspiraciones a rey que arenga a las masas alemanas con un discurso efervescente y pleno de retórica, capaz de convencerlos de que esa nación merece dominar el mundo. Varios kilómetros lo separan de un pequeño hombrecito, elegante y refinado, que porta la estirpe aristocrática en su andar; que soporta las humillaciones de su padre Jorge V (Michael Gambon), un soberano más cerca de la muerte que de seguir ocupando el trono de Inglaterra, y que padece de una profunda tartamudez. Ambos saben en su fuero interno que el poder no sólo se define por los actos sino también por la capacidad de liderazgo para lo cual es imprescindible expresarse adecuadamente.”
Yo, jajajaja. Yo que no soy un crítico; apenas soy un tipo cualquiera, pienso que la cosa es al contrario: primero es el “hombrecito, elegante y refinado”, buen marido y buen padre, contador de historias para sus hijas. En seguida, la mujer que lo rechazó varias veces y quien -por fin- decidió aceptarlo porque “nadie tartamudeaba tan elegantemente como él”. En seguida, su padre, el Rey Jorge V, tratando que el Duque hiciera aunque sólo fuese el mínimo de tareas propias de su rango, específicamente llevar la palabra en algún acto público. Y, por último, su hermano que abdicó al trono para casarse con una divorciada norteamericana. ¡Ahí es Troya!! Porque éste hombrecito, este pobre tartamudo que asistía a las terapias por insistencia de su mujer y no porque le interesase “la superación personal” tendrá que usar la radio para dirigirse al pueblo que considera que cuando el Rey habla, no habla simplemente el Monarca, habla el pueblo. Si el Rey es tartamudo, apocado, huidizo, no es sólo eso; significa que su pueblo es tartamudo, huidizo y apocado. La relación familiar así descrita es sólo el núcleo. Porque el pueblo es Inglaterra toda. Inglaterra toda, en trance. Así llegamos al contexto.
Una cosa es decir y leer la referencia de Arahuete sobre el “discurso efervescente y pleno de retórica” y otra cosa saber que el conductor de la nación desafiante de Inglaterra es un endemoniado orador. Demonio de la respiración, de la dicción, del gesto y el mimo, de la pausa y la mirada desafiante, de la fuerza diluida en el cuerpo, en las piernas que se impulsan y se frenan. Demonio de la tarima colocada entre blasones y dirigida a un auditorio ordenado y rígido, gritando y chirriando como una gran máquina de guerra. Una cosa es leerlo y otra cosa es saber que él, Adolf Hitler está ahí, poseído por el demonio de un líder que ha escogido una imagen de futuro para impulsar a la juventud alemana contra el mundo. Así era el primer elemento del contexto;
el discurso de Hitler que aún hoy podemos volver a ver en YouTube. Y, en ese contexto hace su aparición Musolini que improvisaba frente a la masa congregada en la plaza, en las calles aledañas y en las plazas de las ciudades en donde se retransmitían radiofónicamente sus arengas. Aquí está el link para ver a este hombre entre payaso, actor y/o líder de
la Italia fascista:
Benito Musolini. Ellos eran la palabra efervescente del campo enemigo; pero también en el campo de los amigos la palabra fluía: José Stalin desarrollaba largos razonamientos de los principios proletarios en la Plaza Roja, mientras que en Washington, Franklin Delano Roosevelt se dirigía bonachón y soberbio al pueblo estadounidense.
Ese es el desafío del actor. Colin Firth que ha pasado años formándose en la dicción teatral y cinematográfica, en la relajación corporal, en la incorporación de los sueños del personaje en concordancia con sus circunstancias sociales particulares, tiene que realizar en el set los ejercicios contrarios: endurecimiento del cuerpo, tensión del gesto, angustia de ser oído, agotamiento de la respiración en la lectura de un párrafo; todo al contrario. ¡Vaya trabajo! ¡Desafío, mejor dicho! Todo sin un milímetro de sobre-actuación. Logrado con la cámara emplazada y angulada para denotar, sin ningún énfasis; toda la narración entregada al plano y la secuencia. Y ahí es donde cobra sus réditos el texto y el director que lo concibe y desarrolla mediante las escenas iconoclastas que derrumban la figura del Rey, el ritual de la coronación, la terapia aplicada a la nobleza, la distancia con el pueblo, etc. Toda la conversión a la comedia. Jajajaja! Qué delicia!!!! Y qué delicia enterarse que no fue el director quien encontró el texto, sino su propia madre en una lectura de amigos, a donde asistió por casualidad y que de una sola vez llamó a su hijo para decirle que tenía el guión de su próxima película. Jajajaj! Habrase visto obediencia más afortunada!
Y una última cosa: la figura del terapista o logopeda, como le dicen en la película. Me refiero al contraste en la profesión terapéutica. Los doctores ingleses llenos de títulos y diplomas, de terapias tan dolorosas como inútiles, de dispositivos y recursos materiales tan antiguos y novedosos como lo exige la academia, puestos frente a un campesino australiano, intuitivo y pragmático, sin más reconocimiento que la recuperación de soldados y víctimas de la primera guerra mundial, demócrata de su piso en una calle perdida de Londres, en donde no se reconocen títulos ni rangos y donde sólo vale la verdad. Nada más ofensivo a la tragedia!! jajajajaja!!! Australiano medio ignorante, de facciones ásperas y torpes, que se impone sobre la voluntad y estirpe politica del Arzobispo de Canterbury, y a sus pretensiones de direccionar sobre las fuentes a donde debe acudir el Rey para buscar la cura de sus males. Y con ello se abre el otro lado de la película. La lectura que muestra el absurdo y la vanalidad de orden social y político de Inglaterra, en tanto que pone el profundo logro del Bertie -ahora Jorge VI, Rey de casi una centena de países atenazados bajo el manto de la Gran Bretaña- y de la tradición británica sobre su enemigo bélico, pone todo ello bajo la dependencia del más desfinado súbdito australiano que lograría un título de nobleza como servidor doméstico de la corona!! Jjajajajajajaja!!!!
Soy de la opinión que una muy buena razón para el reconocimiento de esta película reside en su monumental trabajo de desmoronamiento de los órdenes reconocidos: la tragedia deviene comedia, la figura del tartamudo lidera la iconografía de una nación estirada y clasista, el saber nivela a todos frente a la única fuente de seguridad inteligente: la verdad, el pueblerino de la colonia sostiene el poder de la realeza y del Imperio, la mujer conduce al hombre por la única senda que le permitirá cumplir con la misión que el Destino le impone, el actor encarna al personaje cuya cura le exige al actor proceder en contrario a su formación actoral, la pieza teatral deviene filme con su actor Geofrey Rush de las tablas al celuloide.