Director: Xavier Beauvois
Intérpretes: Lambert Wilson, Michael Lonsdale, Olivier Rabourdin y Philippe Laudenbach
En un monasterio ubicado en las montañas de Magreb, a comienzos de los años 90, ocho monjes franceses cristianos viven en armonía con sus hermanos musulmanes, hasta que un equipo de trabajadores extranjeros es masacrado por un grupo islámico, lo que hace que el terror se instale en la región. El ejército ofrece protección a los monjes pero ellos se rehúsan a aceptarla. A pesar de las crecientes amenazas que los rodean, los monjes deciden quedarse.
Guión: Etienne Comar
Producción: Armada Films, Why Not Productions
Distribución: Babilla Cine
Fotografía/imagen: Caroline Champetier
Sonido: Jean-Jacques Ferran, Éric Bonnard
Montaje: Marie-Julie Maille
Intérpretes: Lambert Wilson, Michael Lonsdale, Olivier Rabourdin y Philippe Laudenbach
En un monasterio ubicado en las montañas de Magreb, a comienzos de los años 90, ocho monjes franceses cristianos viven en armonía con sus hermanos musulmanes, hasta que un equipo de trabajadores extranjeros es masacrado por un grupo islámico, lo que hace que el terror se instale en la región. El ejército ofrece protección a los monjes pero ellos se rehúsan a aceptarla. A pesar de las crecientes amenazas que los rodean, los monjes deciden quedarse.
Guión: Etienne Comar
Producción: Armada Films, Why Not Productions
Distribución: Babilla Cine
Fotografía/imagen: Caroline Champetier
Sonido: Jean-Jacques Ferran, Éric Bonnard
Montaje: Marie-Julie Maille
Festival Internacional de Cine de Cannes - 2010
Gran Premio para Xavier Beauvois
César de Cine Francés - 2011
Premio a la Mejor Película Francesa del año.
Premio a la Mejor Fotografía.
Premio al Mejor Actor de Reparto para Michael Lonsdale.
Lumières de la prensa extranjera - 2011
Premio al mejor Actor para Michael Lonsdale.
Premio a la Mejor Película.
(Información tomada de la programación del X Festival de Cine Francés en Colombia)
Gran Premio para Xavier Beauvois
César de Cine Francés - 2011
Premio a la Mejor Película Francesa del año.
Premio a la Mejor Fotografía.
Premio al Mejor Actor de Reparto para Michael Lonsdale.
Lumières de la prensa extranjera - 2011
Premio al mejor Actor para Michael Lonsdale.
Premio a la Mejor Película.
(Información tomada de la programación del X Festival de Cine Francés en Colombia)
La relación Francia – Marruecos – Terrorismo no es
episódica. Es endémica. En el cine, Guillo Pontecorvo realizó en 1965 el filme
“La batalla de Argel”, película que obtuvo 5 premios internacionales entre
ellos, la distinción BAFTA de Naciones Unidas. Con una narrativa que oscila
entre el documental y la ficción, recuenta el uso de estrategias terroristas
para lograr la independencia argelina de la opresión francesa. En respuesta, el
general Massu escribió un libro con el mismo título en el que justifica los
métodos terroristas del ejército francés con frases como esta: “No me asusta
la palabra tortura, pero pienso que en la mayoría de los casos los militares
franceses se vieron obligados a utilizarla para vencer al terrorismo allí”
La relación Francia
– Marruecos – arte tampoco es episódica. El más reconocido de los pintores
románticos franceses, Eugène Delacroix revolucionó la pintura con colores,
temas, ideales y sentimientos
aprehendidos del norte de África. Y para
colmo, la relación catolicismo e islam es mucho menos episódica: pasa por la
filosofía, la guerra, la historia social, del islam y de la iglesia católica, y
trasciende la literatura, las artes representativas y la ciencia.
Estos son, cuando
menos, los marcos borrosos de la cinta “De dioses y hombres”. El contexto
explícito es la visión francesa y católica del secuestro de los monjes del
convento de Nuestra Señora de Atlas, en 1996. El contexto estético oscila entre
el color vibrante de Delacroix – Gericault y la penumbra mortecina del Greco; los
diálogos que recrean cotidianidades de pobreza, amenazas militares y
testimonios místicos; cantos gregorianos que de pronto se estrellan contra una
audición conventual del Lago de los cisnes, de Tchaikovsky; festividades
compartidas entre católicos y musulmanes que dan paso al miedo, la soledad, el
juego de las escondidas y la disolución de la blancura de la nieve entre la
oscuridad de la noche; el reposo auditivo y visual del convento cortado
abruptamente por el Caterpillar que se viene sobre los espectadores como se abalanzó
el tren a su llegada a la Ciotat, en el film Lumière, o el motor de un
helicóptero artillado dando vueltas sobre la oración cantata de los monjes que
pugnan por ignorarlo; los primeros planos de monjes conformes, atemorizados o
embriagados deslizándose suavemente entre
nogales de troncos inabarcables, verdes de ramas mecidas por el viento y
colinas listas para ser cultivadas; incertidumbre de futuro consolando la
pobreza con drogas de farmacia básica,
zapatos deportivos de cargazón y miel de abejas.
Yo, pobre
espectador recogido en mi butaca, estremecido de antecedentes y discurso
cinematográfico, no sabía cómo evadir mis sentimientos atrapados entre la
conmovedora secuencia de historia-imágenes y la certeza de un desquite
ideológico contra una interpretación del Corán, con el respectivo cobro de
cuentas al filme de Pontecorvo. Los créditos finales vinieron a salvarme y pude
salir, silencioso, en mangas de camisa al frío bogotano. Ahora, frente al
procesador, trato de poner en claro mis razones, pero sé que el juicio no será
fácil.
Bogotá, septiembre 17 de 2011