sábado, 24 de septiembre de 2011

Prolegómena al X Festival de Cine Francés en Colombia

(Entre el 16 de septiembre y el 2 de octubre de 2011, en 7 salas de Bogotá, con el patrocinio de la Embajada de Francia en Colombia, se está celebrando el X Festival de Cine Francés. El Festival está programado también para Medellín, Cali, Pereira, Barranquilla y Manizales.)

Es claro que cuando el filósofo alemán Inmanuel Kant escribió su “Prolegómenos a toda metafísica del futuro que aspire a ser ciencia”, hizo dos cosas. Primero, escribió un abordaje a su más importante obra filosófica, “Crítica de razón pura teórica”; segundo, escribió una obra filosófica menos detallada pero igualmente profunda del título ya referido. Así las cosas, se impone una pregunta: ¿Para qué unos prolegómenos? Como cronista, debo guardar las enormes y debidas proporciones con el autor, la obra y el contenido que acabo de citar; sólo me interesa el término inicial del título, pero la pregunta permanece. Y de eso trata esta primera crónica sobre el X Festival. ¿Por qué no irse al cine y conversar al final de cada filme, en vez de comprometer al lector con un tema seguramente pretencioso y poco atractivo?

Se trata de la memoria. Sólo ella da relieve y deja ver la importancia del evento. Ella permite comprender que el Festival no es valioso sólo para cinéfilos. Tras de sí anima una estructura cultural, una “cabeza política” como decían Hegel y Marx hace 200 años; una narrativa con raíces en la novela de Balzac y de Stendhal; una filosofía desafiante a toda forma del Establecimiento; una historia de movimientos juveniles confusos, evasivos y tan radicales como la reivindicación del “Derecho a la pereza” de Paul Lafargue.

Pero se trata del cine. Si algo habrá que rebujar en la memoria, será en la memoria del cine y del cinematógrafo. Ese es el punto: los Lumiérè inventaron ese aparato que ellos valoraban sólo como un artilugio técnico, pero que el público de París puso de moda escandalosa a finales de 1898 y comienzo de 1899. Así se lo expusieron al mago que pretendía comprarles un ejemplar con destino a su propio espectáculo. El argumento oral debió ser más o menos así: “Hasta hoy todo ha sido escándalo y admiración, porque el público no sabe de qué se trata. Pero cuando entienda que sólo son fotografías cuya velocidad de exposición no puede ser discriminada por el ojo y que la existencia de personas y situaciones es una ilusión óptica, el asunto pasará de moda. No podemos engañarlo a Ud. señor Méliès: no vamos a estafarlo con la venta de un aparato que no tiene futuro”.

Estaban equivocados: el aparato construyó futuro. El aparato dio origen a un nuevo arte: narrar con la luz y la apariencia de movimiento creada por ella. Después fue la palabra oral y la sonoridad. Pero, el constituyente es movimiento, imagen. Si el cine puede ser comentado como historia contada, es porque el espectador es palabra y a ella trata de reducirlo. Lo peculiar es la imagen, la secuencia, la ruptura, el retorno, el plano, el encuadre. El gesto seleccionado por la lente, su desarrollo y la relación con el entorno de imágenes construido en la moviola. En el supuesto de la palabra está la novedad de los acontecimientos: el cinematógrafo sirvió primero de noticiero y se constituyó en industria. Toda esa memoria está escrita primero en francés y rápidamente se expandió a otras lenguas y culturas.

Se expandió para re-construir universos diferentes con expresiones disímiles. Mientras Méliès, quien tuvo que comprar un aparato de contrabando luego de la negativa de los Lumiérè, recontaba cuentos de hadas, hacía espectáculos engañosos en los que agrandaba y separaba cabezas de los cuerpos vivientes, inventaba viajes a la luna y coloreaba pacientemente y  uno a uno los fotogramas de  sus filmes; Edwin Porter en Estados Unidos se inventaba historias de bandidos perseguidos y capturados por policías, con un revólver en pleno disparo como hito narrativo; el ingeniero Sergei Einsestein, apoyado por los bolcheviques en el poder, se inventaba un lenguaje para homenajear la épica de la Revolución de Octubre. Pasarían décadas de creación entre el melodrama de Chaplin, el cine denuncia de Orson Wells, la cinematografía metafísica de Ingmar Bergman, la paciencia narrativa de Kurosawa y el color espléndido de Takeshi Kitano.

Así es como estamos esperando esta X versión del Festival de Cine Francés. No simplemente como una secuencia de películas. No una colección de títulos y de historias. Bien el homenaje a Juliette Binoche la connotada actriz; pero más allá, la razón de su gesto, el compromiso con una dimensión estética, con una condición humana. En los filmes seleccionados, habrá que identificar la finura de la cámara, la delicadeza de la imagen, la sensibilidad de la historia, la relación de la humanidad con el mundo y con su naturaleza propia

Bogotá, 13 de septiembre de 2011

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