Título original:
Real Steel
Clasificación:
7 Años
Genero:
Accion
Duración:
100 minutos
Idioma:
Director:
Shawn Levy
Guión:
John Gatins
Pais de Origen:
Estados Unidos
Fecha de estreno en EUA:
7 de octubre de 2011
Productora:
Dream Works
Sinópsis:
Un boxeador fracasado que pierde la posibilidad de ganar un título cuando
poderosos robots de 90 kilos, y más de dos metros de altura, comienzan a
competir. Convertido en un promotor de poca monta, Charlie sobrevive
ensamblando robots de bajo costo, a los que apunta en peleas del circuito
amateur. Cuando esta situación toca fondo, Charlie se asocia con su casi
desconocido hijo Max para construir y entrenar a un auténtico robot campeón. A medida
que suben las apuestas, Charlie y Max, contra todos los pronósticos, tendrán
una última oportunidad de triunfar.
Protagonistas:
Hugh Jackman, Dakota Goyo, Evangeline Lilly, Kevin Durand
Muy buena información en: http://elbazardelespectaculocine.blogspot.com/2011/05/gigantes-de-acero-sinopsis-ficha-data.html
El boxeo entre humanos ha caído en desuso. Ahora se trata de
robots. La pantalla se llena con la imagen de monstruos de latón manejados a
control. Choca la chatarra. Se desbarata la ilusión. Conforme aumentan las
apuestas, también aumentan las deudas. Charlie, el hombre con físico de
boxeador retirado, usa a su novia, Bailey para mantenerse. Todo se apuesta y
todo se pierde; sólo se gana en el número de los enemigos dispuestos a propinar
una paliza monumental. El hombre es un terco detestable; ella, la hija de un
viejo entrenador, una tonta enamorada de semejante vividor. Nada tiene salida:
sólo un milagro permitiría que la historia continúe. Y ¡Preciso!
Llega una carta que revela los antecedentes previsibles de
la historia y plantea los recursos para que continúe. El hombre tenía un hijo,
Max, a quien abandonó como quien se deshace de una chatarra inútil; ahora que
la madre ha muerto, él decide vendérselo a la tía Deborah aunque deba
mantenerlo a su lado mientras ella hace un viaje por la dorada Italia. Así que
la venta resulta ser más bien una compra de mercancía pasajera. Pero él no sabe
la porquería que ha comprado: un terco igual a sí mismo. La diferencia es que
él es un bruto corpulento y retirado del boxeo, y el niño es un sabihondo de
los video juegos, acaparador de desechos y ensamblador de partes. Todo queda
planteado para que salga bien. El chico termina metido a remendón de chatarras
para su padre y el hombre asciende en el mundo de las apuestas. Fama y dinero
se acumulan. El mundo no ha perdido su actual orden: el japonés huraño domina
la tecnología. Y, claro, llega el momento del gran desafío.
El desafío y la recomposición de la familia. Eso no es
cualquier cosa: es el secreto de la película. El estimado público había venido
a ver la destrucción y había que dársela. La pregunta es: ¿la destrucción de
qué? Afuera del ring está la masa informe y desconocida figurando el futuro
humano que apuesta por la destrucción de los valores del pasado. Pero también
está la minoría: la tía y su millonario marido, la novia reconquistada y uno
que otro amigo. En la esquina del robot chatarra está el pasado del boxeo
asesorado detrás de cámara por el gran Sugar Ray Leonard (para los que no
recuerdan, es el mejor boxeador libra por libra de todos los tiempos); en el
filme se trata del padre dirigiendo el viejo robot de segunda generación. Junto
a sí, está el niño diestro en el ensamble no previsible porque domina la chatarra
del presente, el pasado y el futuro. Ahí se jodió el japonés Tak Mashido que sólo vive para
el futuro. Y, la defensa en el ring fue tal, que se le acabaron las pilas al
gigante acerado del futuro sin lograr el nock out contundente. Afuera de la pantalla estaba la platea femenina
bufando de emoción; los hombres también pero el dominio eran las voces
femeninas. Era la otra película; la que ocurría en la sala: decenas de ojos
extasiados liberaban las imágenes
sublimes de la conmovida imaginación, el sentimiento de venganza y la cólera;
los brazos pasaron de moverse imperceptibles a lanzar puñetazos dirigidos
contra el gigante futurista. Digo –y no es para sostener en ninguna parte, sino
en mi película- que se trataba de la horda de madres actuales o futuras
defendiendo la figura del hijo, vengando la rica madre fallecida y recuperando
la figura del padre aunque sea un vagabundo. La historia promete a todos, el
futuro en un mar de dinero. Un mar inagotable de dinero para todos, hombres y
mujeres, niños y mayores. He ahí la catarsis.
El
ciclo dramático* se cumplió: identificación con las víctimas, venganza
contra los poderosos, refundación de los valores y acceso al Paraíso. Bueno: al
Paraíso, no; al Purgatorio que está a medio camino. Se prendieron las luces del
final y todo lo sólido se deshizo en el aire. Secáronse las lágrimas del final
feliz y las sonrisas y palabras de complicidad expresaron la bondad del filme.
Sólo una cosa queda en firme: el bueno de Steven Spielberg
obtiene su ganancia millonaria, paga sus impuestos y el estado norteamericano
continúa en la cúspide del Imperio.
No sé qué vine a hacer a esta película. No le he gastado un
peso al Schwarzenegger
pero ahí estuve como quien hace una tarea. ¿Me divertí? Claro que sí. Me
divertí con la película de la platea; eso fue lo mejor. Ví la venganza contra
los libros de David
Cooper y quedé conforme. Yo también tuve mi catarsis. Jajajajaj!
* García Bernal José
Jaime. El fasto público en la España de los Asturias. El libro del nexo no
aborda directamente el concepto pero es excelente el contenido con el cual lo describe en el primer
párrafo de la pg. 199.
Y cómo fue que llegaste a ver la película? Puede ser que uno encuentre algo interesante en la película pero lo difícil es comprar la boleta cuando lo que espera es Schwarzenegger. Pero esta si que es una invitación!
ResponderEliminarCaro Torres
Caro: gracias por la pregunta, pero confieso que me cuesta mucho trabajo responderla, pues es la misma pregunta por la manera como llegué al blog. No me siento tentado por publicar; me conforma tener buenos interlocutores y, entre ellos estaba Liliana, mi hija. Cuando se la llevó la madrugada, decidí que una manera de mantener su memoria era poner en un blog mis conversaciones que ya no podía tener con ella. Ahora ya no la escucho en persona, pero estudio a mis lectores y percibo que no esperan que yo escriba sólo sobre lo que me gustaría ver sino sobre lo que está en cartelera. Por eso, para conversar con Uds es que voy a ver lo que -en otras circunstancias- no vería. Digo que me debo a Uds que me permiten honrar la memoria de Lili. Y me voy al cine con gusto y con disciplina, y me divierto como creo que debo honrar la memoria de los seres que amo. ¿Cree Ud o cualquiera otr@ que ella pudiese desear que su memoria fuese una carga, un dolor o un llanto? Pues, no; ella no podría hacer ese tipo de imposiciones. Entonces, me voy al cine decidido a tenerlos a Uds a distancia de una palabra, para lo cual basta con querer ver y exponer las resonancias que el filme desata en mi mundo que es lo que comparto con tod@s Uds. Y, fíjese que aún películas herederas de las temáticas de un actor y director que no he admirado como Schwarzenegger, me resultan provocadoras y me permiten ir más allá de lo que los mismos productores se propusieron, como en el caso de ésta, según lo que tan prolijamente narran en el blog "El bazar del espectáculo" que ya enlacé al comienzo de la entrada, y que tampoco he encontrado en ningún otro comentario.
ResponderEliminarNo soy seguidora de las películas de boxeo y menos si son de robots, pero leer el comentario me invita verla. Espero poder compartir o discrepar del texto que, por lo menos, en principio cumple con su finalidad como tarjeta.
ResponderEliminarCeco: no olvide que aquí estamos en espera de Ud. porque es importante leer su comentario.
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