domingo, 27 de noviembre de 2011

Silencio en el Paraíso


Esta película no oculta ni se regodea. En ello estriba el mérito. No nos cuenta una historia desconcertante y original ... Todo el mundo en la periferia de ciudad sabe que el barrio es una mierda, que hay quienes se han aprovechado de esa condición para hacer negocio y aparentar valores a costa del desamparo.
SINOPSIS
"Para acabar con un sueño, sólo hace falta un engaño"

La realidad de la miseria y de la guerra se cierne sobre los muchachos de un barrio popular de Bogotá.
Ronald tiene 20 años, es el propietario de una bicicleta engallada con la que recorre, haciendo publicidad a fuerza de voz y megáfono, las polvorientas calles del barrio el Paraíso; un enclave de miseria con una vista privilegiada sobre la ciudad de Bogotá.
Está enamorado de Lady, una chica del barrio, con la que vivirá una historia de amor que se verá truncada por el absurdo, cuando un teniente ambicioso y un sargento sin escrúpulos y su amante montan una fábrica de bajas en combate para lograr ascensos y recompensas.


"No es una película de carácter político o que tome partido en el debate nacional. Es simplemente una creación que retrata un drama real y pretende devolvernos la sensibilidad sobre algo que vivimos", dice Colbert García, director de la película. 
El rodaje de 'Silencio en el Paraíso' se realizó en la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá. 
El reparto lo conforman destacados actores y figuras del momento: Francisco Bolívar, Linda Baldrich, Esmeralda Pinzón, Alejandro Aguilar, Andrés Felipe Torres y Pedro Palacio
Fuente del afiche y segunda parte de la sinopsis:


Es una producción de Ocho y medios comunicaciones, co-escrita junto a Mauricio Cuervo y dirigida por el caleño Colbert García, que contó con Carolina Aponte en la producción, Luz Faridy García, Catherine Dunga y Jairo González producción ejecutiva, René Castellanos dirección de fotografía, Vilma Rivera coordinación de arte y vestuario, Andrés Porras montaje, David Pinzón y Andrés Quintero música, José Jairo Flórez sonido directo, Adriana Blanco en la producción de campo y Claudia Barragán asistencia de producción.
Ocho y Medio Medios Comunicaciones es una productora independiente de televisión con más de 10 años de experiencia en la producción de documentales, programas institucionales, seriados, dramatizados, para Señal Colombia, Secretaría Distrital de Planeación, Secretaría de Educación y Ministerio de Cultura, entre otros. Ha sido ganadora de las convocatorias del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico –FDC- en la modalidad de documental en los años 2005 y 2008 con El solitario y El abogado de los diablos, respectivamente. También fue finalista del Prix Jeunesse International en 2002 con Dementes juveniles.

Se estrena hoy en las salas de cine de la ciudad Silencio en el paraíso, película colombiana que aborda una historia de amor enmarcada en un tema que causó una tempestad política en el país y que aún no ha sido resuelto: las ejecuciones extrajudiciales de jóvenes a manos de las fuerzas armadas de Colombia.
Ambientada en un barrio popular de Bogotá, la película intenta aproximarse a la vida cotidiana de jóvenes que buscan hacer prevalecer sus sueños sobre la miseria y la violencia.
El barrio El Paraíso puede ser cualquier barrio de Colombia, los protagonistas de la ópera prima del director Colbert García asumen el rol de esos jóvenes de Soacha que desaparecieron y después fueron encontrados asesinados, hechos pasar por guerrilleros, pero también interpretan a muchos jóvenes del país que ante la primera promesa de riqueza o bienestar aceptan cualquier condición, desde empuñar las armas hasta ser la carne de cañón de un conflicto en el que predomina la impunidad.

Una de las actividades cotidianas que me resultan más difíciles de cumplir es mantenerme informado a través de los noticiarios de televisión. Con alguna honrosa excepción, el esquema informativo obliga a escuchar tres veces la misma cosa. Primero, el o la presentadora enuncia el título y desarrolla un contenido básico de la noticia; luego, se presentan fragmentos de una entrevista que repite el contenido leído en el primer punto; finalmente, el mismo presentador o presentadora vuelve a significar lo mismo que ya enunció y reafirmó el entrevistado. Así que los noticieros, en su conjunto, consumen el tiempo sin informar ni profundizar más allá de enunciados básicos. Esa es una de las poderosas razones que me llevan a seguir de cerca las crónicas especiales como las de Mauricio Gómez: al tiempo que presenta la situación problémica, desarrolla su lógica y pone en conocimiento las consecuencias del asunto, muestra en secuencias muy cortas el aspecto visual del problema: imagen y audio son coherentes y evolucionan sin tardanza. El audio es revelador y la imagen muestra el aspecto espeluznante del asunto. La imagen tiene como condición la escasez de filtros, lo cual afirma la problemática sin maquillajes; pero esa neutralidad no significa que se ensañe en imágenes desgarradoras al límite. Nada de amarillismo. Como espectador, quedo informado de los aspectos constitutivos del problema, de sus razones y de sus alcances.  Y de la misma manera que se excluye la intención maquilladora, igual se excluye cualquier pretensión intimista y/o reveladora de alguna psicología de los entrevistados o actores de la causa. Voy a llamar a ese estilo la crónica realista. No me comprometo aquí con ningún otro detalle de la dimensión estética o verista. Sólo me interesa la relación entre el texto y el espectador.

He comenzado por aquí, porque me interesa poner de relieve cierto carácter artesanal de “Silencio en el paraíso” como producto cinematográfico. Para avanzar en esta Tarjeta de invitación a cine, consideremos ahora que el contexto de la realidad de una película se consigue con base en una de tres técnicas posibles: la primera es la construcción del set en estudio, con las casas, las calles, los utensilios y recursos necesarios para ubicar la acción; el segundo son las panorámicas y paneos sobre una realidad que se convierte en símbolo informativo del lugar; y finalmente, el aislamiento o detalle de un lugar símbolo para la acción.

En el caso de "Silencio en el Paraíso" no hay estudio construido para la imagen de ciudad; no hay paneos helicoportados o similares; por último, no hay ocultamiento de sectores de ciudad que no se avengan a la historia. La ciudad de esta historia no está constituída de modernos edificios conformes con un diseño global: la ciudad moderna, si ella existe, está perdida lejos del barrio o de la comuna donde ocurre la acción: la ciudad real de la película está en proceso, en obra negra; son montoneras de ladrillo y placas de zinc o asbesto-cemento; las vías son espacios abiertos entre hileras de construcciones repletas de personas, perros, automotores y pregones; nada corresponde a diseño urbanístico alguno. No es una ciudad de arquitectos y planeadores de los servicios públicos: abundan las carnicerías abiertas, los mercados de hortalizas por doquier, las tiendas de víveres y cacharros. No es una ciudad con gente vestida a la usanza americana o europea sino con los vestidos comprados en las tiendas de cargazón industrial de donde sea: China, Medellín o el taller de la vecina. Así las cosas, sin maquillaje, sin filtros para suavizar la luz o encuadrarla en un matiz determinado, esta ciudad y sus gentes están en proceso artesanal y cualquier cosa puede salir de allí.

Igual ocurre con sus moradores: carniceros, pregoneros, desocupados, mujeres de la casa y niñas explorando la prostitución, escolares, tenderos y clientes, parejas no formales y familias abiertas; no la miseria ni el vicio sino la pobreza repleta de trabajadores jóvenes y viejos, todos solidarios en la lucha para ganar el pan; gentes abiertas a la promesa de la izquierda, del boleteo, de algún nivel de la riqueza; jóvenes habladores, padres dispuestos a celebrar los cumpleaños de sus hijas con un regalo de zapaticos nuevos, lechona tolimense y ordinarias copas de champaña; en fin, carne social para la inconformidad y la alternativa. Si Ud me obliga, puedo decir que se trata de un grupo social en condición de producto artesanal, no de la educación y la formación para la productividad con estándares internacionales. También en este nivel, cualquier cosa puede salir de aquí.

Esta película no oculta ni se regodea. En ello estriba el mérito. No nos cuenta una historia desconcertante y original. Casi todo el mundo de la clase alta-baja para abajo, dice que la administración de este país es una mierda; pero cuando la crónica periodística ya enunciada nos muestra las situaciones y los hechos particulares, el asombro y la rabia nos invaden. Todo el mundo en la periferia de ciudad sabe que el barrio es una mierda, que hay quienes se han aprovechado de esa condición para hacer negocio y aparentar valores a costa del desamparo; pero cuando “Silencio en el Paraíso” nos presenta la recreación de un hecho particular, sin filtros ni aparentes psicologías profundas, igual nos invade la inconformidad y la solidaridad para salir de la condición artesanal.

Finalmente, una cosa me obliga este filme: no es un documental, no es una ficción, no es una obra para obtener enormes ganancias. No. No es una denuncia –por ello me parece que sobran las entrevistas del final-. Es un cine de artesanos comprometidos con su verdad de la vida, es una película de crónica realista. Estamos tan informados sobre el tema que el filme no invade ni señala al espectador procurando sus sentimientos de culpa. Guardadas las proporciones de la valoración histórica, veo esta película como el abigarrado “Censo de Belén”, de Peter Brueghel, el viejo.

1 comentario:

  1. Se dice todo allí en esas dos horas, sin períodicos o noticieros porque eso es lo que todos sabemos. El final es sabido y tal es la magia de la pelicula que eso nada importa, una leve esperanza para que no sea Ronald, algo que se atraviese, pero no, aunque no sea el perfil que busca Susana, el será el elegido, eso también se sabe. Lo bello de la película es que genera una sabor de agrado con la pobreza, no todos roban o lo hacen a medias, no todos quieren permanecer así, por eso rebuscan, sin saberlo, incluso la muerte. No hay un sólo protagonista, todos lo son, todos tienen algo particular, la mayoría generan aprecio, unos pocos desprecio. Los amores giran entorno a la pobreza, no es un mundo tan desgraciado, allí se sufre pero también se goza, se carece pero también se tiene. Me gustó conocer a sus protagonistas y cuando terminó la película reconocer que en ese mundo de iniquidades se mueven otros que no viven en la pobreza material sino por debajo de la línea de pobreza moral.

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