Una historia de hombres golpeadores, mujeres maltratadas y criaturas en condición para aprender la violencia como forma del amor. Cientos de metros de celuloide invertidos en reiterar golpes, agresiones y sometimientos sin agregar ni una sola sílaba que ilustre las razones fuertes de la rebelión de Umay, la protagonista. Me quedé con la pregunta ¿por qué Umay no siguió el paradigma de su madre y de su hermana?
Año: 2010
Año: 2010
Género: Drama
País: Alemania
Formato: Color
Duración: 119 minutos
Título Original: Die Fremde
Dirección: Feo Aladag
Producción: Feo Aladag / Züli Aladag
Guión: Feo Aladag
Música: Stéphane Moucha / Max Richter
Estreno Mundial: 11-mar-2010
Intérpretes
Sibel Kekilli Umay
Nizam Schiller Cem
Derya Alabora Alyme
Derya Alabora Alyme
Settar Tanriogen Kader
Tamer Yigit Mehmet
Serhad Can Acar
Almila Bagriacik Rana
Florian Lukas Stipe
Sinopsis
Umay, nacida en Alemania, decide escapar de su asfixiante matrimonio en Estambul llevándose con ella a su hijo pequeño Cem. Su esperanza es encontrar una vida mejor con su familia en Berlín, pero su inesperada llegada suscita un intenso conflicto. Su familia está dividida entre el amor que sienten por Umay y los valores tradicionales de la comunidad a la que pertenecen. En último término deciden enviar a Cem junto a su padre, que está en Turquía.
Con el fin de no separarse de su hijo, Umay se ve obligada a ponerse en marcha una vez más. Aunque finalmente reúne la fuerza interior necesaria para emprender una nueva vida en compañía de su hijo, la necesidad que tiene de contar con el cariño de su familia la empuja a intentar la reconciliación con ellos.
Fuente: http://www.cineol.net/pelicula/22894_La-Extrana
Con el fin de no separarse de su hijo, Umay se ve obligada a ponerse en marcha una vez más. Aunque finalmente reúne la fuerza interior necesaria para emprender una nueva vida en compañía de su hijo, la necesidad que tiene de contar con el cariño de su familia la empuja a intentar la reconciliación con ellos.
Fuente: http://www.cineol.net/pelicula/22894_La-Extrana
Cuando Thomas Mann decidió escribir la historia de “José y sus hermanos” el desafío fue monumental. Se trataba de contar una historia archiconocida en el mundo cristiano occidental sin alterar lo que ya estaba consignado en el libro sagrado del cristianismo, pero sin limitarse a la Escritura misma. La elección del tema devela el compromiso del autor, por lo cual, el primer peligro estriba en que dicho compromiso arrastrara la composición literaria y terminara por someter el trabajo del escritor al de predicador de la metáfora bíblica. Para librarse de tal peligro, el autor dedicó largos años a ampliar su profundo conocimiento documental de la época y de las culturas que se movían en el entorno donde fue posible la anécdota. Estudiar lenguas caídas en desuso hace siglos, leer libros en que los hombres de la época expresaron sus anhelos, sus temores y sus convicciones sacras. Así, terminó por conocer, vivir, pensar e imaginar los parajes, las personas, los rigores del tiempo, los olores, los encuentros, las formas de argumentar y de mentir, los vestuarios, las insinuaciones y los logros como también los dolores y frustraciones intercambiadas entre pueblos, familias y personas de las más diversas procedencias de la época. Una vez nutrido de ese nudo cultural, Thomas Mann narra de la siguiente manera la disciplina del artista:
“En cuanto a nosotros, que emprendemos aquí el relato de todas estas cosas… y sin que ningún factor externo nos fuerce a ello, nos precipitamos en una inabarcable aventura… ¿Acaso tenemos nosotros morada alguna? ¿Acaso no estamos también condenados a la desazón, no se nos ha dado un corazón que no conoce el sosiego? El que narra…. se limita a plantar la tienda…. a la espera de señales que indiquen… el camino, y pronto siente latir su corazón, en parte de gozo y en parte por miedo y terror carnal, pero en cualquier caso en señal de que llega el momento de seguir hacia peripecias nuevas, que habrá que agotar minuciosamente, en todos sus detalles imprevisibles, para satisfacer la inquietud del espíritu…. Se trata de un descenso a los infiernos. Nos internamos bajo la tierra y bajamos hacia las profundidades, cada vez más hondo, y palidecemos mientras exploramos la sima nunca sondeada del pozo del pasado.” (Cfr. Thomas Mann; "José y sus hermanos"; Ediciones B, grupo Z; Barcelona, 2000; Volumen I, pgs 60, 61 y 62)
En conversación epistolar con mi amiga Nohra García coincidimos en que la escritura de la novela es como descender a una maraña de nombres, épocas, culturas y correspondencias entre pueblos vecinos, cada uno de ellos afirmando sus credos e influyendo y reconstruyendo lo suyo. Así es la construcción de la novela; traspasar la "verdad" de un pueblo y explorar las verdades de una cultura con muchos tentáculos: un infierno de creencias e imaginarios con muchas salas ilustradas de aquelarres y demandas a sus divinidades. Nada es falso, ni nada es verdadero. Todo es cultural.
Esa condición de narrador que agota minuciosamente todos los detalles imprevisibles para satisfacer la inquietud del espíritu, es lo primero que hecho de menos en el filme. Feo Aladag, periodista y creadora de spots pagados por Amnistía Internacional, sobre los derechos de las mujeres no simplemente descendió a los infiernos para satisfacer la inquietud del espíritu, descendió para aprender y reproducir el mensaje de insatisfacción y de sanción a la violencia contra las mujeres. Así es la historia central del filme.
Una historia de hombres golpeadores, mujeres maltratadas y criaturas en condición para aprender la violencia como forma del amor. Cientos de metros de celuloide invertidos en reiterar golpes, agresiones y sometimientos sin agregar ni una sola sílaba que ilustre las razones fuertes de la rebelión de Umay, la protagonista. Me quedé con la pregunta ¿por qué Umay no siguió el paradigma de su madre y de su hermana? La respuesta implica muchos supuestos, pero ninguna razón en la narración. Una vez expresada esta disconformidad, me resulta claro que el compromiso ético y político de la cineasta es mucho más fuerte que su compromiso narrativo. Pienso que la película está atrapada, silenciosamente atrapada en los compromisos humanos de su directora y guionista con Amnistía Internacional. Y mi solidaridad con las mujeres maltratadas es lo que hace difícil que exprese mi visión sobre las limitaciones narrativas.
Ahora tengo que expresar lo que menos me gusta, mejor dicho, lo que me parece catastrófico: el chovinismo de esta película alemana que pone como protagonistas de la violencia de género a un pueblo extranjero y a una cultura bastante señalada de violencia en todas partes: el pueblo turco y la religión del Islam. Recuerdo que fue gracias a la Policía alemana que Umay fue rescatada dos veces de la agresión de su hermano; que gracias a la casa alemana para mujeres victimadas, la protagonista encuentra el refugio que le niegan su madre, su hermana y toda su familia; que es la amiga alemana quien le cuida y prohíja su niño; que su admirador alemán le expresa afecto, admiración y alegría. Del lado de los turcos sólo hay violencia y rencor, apariencias y antifeminismo. Todo apoyado en la cultura y en la religión del Islam. Definitivamente, esta me parece la arista más odiosa de la película.
Pero el filme tiene un par de apuestas que, a lo mejor por mi condición masculina, me parecen relevantes. Espero que no sea esa la razón, y voy a expresar esas apuestas. Se trata de un grupo de dos o tres secuencias en que las figuras patriarcales y los varones turcos se buscan, se reúnen solos en torno a una mesita y en la que los hermanos consuman la venganza. En ellas no hay diálogo; los gestos se funden entre la rabia, la impotencia y el desconcierto. Quiero decir que me parece que son presentados como criaturas tan débiles que no tienen palabras para cruzar entre ellos. Comentando estas secuencias, después de la función, CECO consideró que son las secuencias que narran el complot para asesinar a Umay, pero yo no encuentro ningún detalle en la imagen que me permita afirmar o compartir ese planteo. Me parece que son hombres colocados al límite de lo desconocido del amor filial, y allí se debaten -con el miedo en la cara- entre el proverbio tantas veces repetido de que “la sangre es más espesa que el agua” y la obligación cultural de vengar la afrenta de la rebelión femenina. El llanto del padre en su lecho de cuidados intensivos y su parlamento diciendo entre lágrimas a Umay que “lo perdone, pero que se vaya” es demostrativo de cuánto sufrimiento se esconde tras la aparente fuerza. Creo que estas secuencias completan el parlamento paradigmático: la mano que golpea es también la mano que acaricia, y -digo yo- que es también la mano que sufre. Más aún, sufre sin alternativa: Umay puede optar el camino de la resilencia, los varones en el poder no tienen alternativa, son esclavos de sus imaginarios.
Thomas Mann no tenía por qué asumir en lo propio una condición homosexual para narrar su preciosa novela "Muerte en Venecia". Sólo tenía que plantar la tienda en los exquisitos salones del lujoso hotel Excelsior y en las calles de la ciudad asolada por la peste, para seguir con detalle la angustia de la prenda entre el solitario Gustav Aschenbach y el joven Tadrio. Tampoco Feodora Aladag habría tenido necesidad de aferrarse a sus convicciones de género para narrar la historia de Umay maltratada y golpeada por su familia. La diferencia de las opciones entre los dos, el escritor y la cineasta, se ve en la calidad de sus narraciones, sin importar que la película sea una ópera prima.
Cada actuación refleja lo que somos, lo que vivimos, eso representamos en el mundo, por esa razón, pienso, la directora no puede distanciarse de su historia, quizá no la personal, sino la aprendida en el innegable maltrato y violencia contra la mujer, no sólo en Turquía o bajo el Islam, sino en todos los lugares del mundo. El cine de género es, a mi juicio, una forma solidaria de visibilizar esa realidad, como dije, innegable, aunque sea contada por culturas en las que, por lo menos en el tiempo que corre, se hayan logrado niveles de rechazo contra la opresión a lo femenino.
ResponderEliminarTampoco falta a la película justificar la decisión de Umay, basta admitir que, como seres humanos, las mujeres sientan sus derechos sin que resulte imprescindible vivir en medios donde de ello hay conciencia o, cuando menos, una aparente aceptación; sin embargo, si de buscar razones se trata, no pierdo de vista la cercana amistad de Umay con la alemana con quien se reencuentra felizmente en la cafetería a la que ingresa para trabajar, basta eso para responder a la pregunta que hace la Tarjeta de Invitación a cine.
A diferencia del autor del blog, no encuentro vacio o falta de justificación en la decisión de la protagonista para no seguir los pasos de su madre o su hermana. La aceptación silenciosa, la falta de interrogantes, es también una posibilidad pero, sencillamente, ese no es el caso de Umay y para admitir su proceder no era, a mi juicio, necesario mostrar su acercamiento a lecturas o conversaciones que la enseñaran a pensar de manera diferente. No se trataba de probar científica o legalmente los derechos de la mujer, sino de mostrar cómo esos derechos se desconocen con el único sustento de lo cultural que, sin medida, atropella y atropella partiendo de una verdad no cuestionada: el poder divino, el poder masculino o, si se quiere, la divinidad masculina que se apropia de una verdad revelada que, sea dicho, tampoco aparece históricamente contextualizada, ella se presupone y no cabe en duda, esa no requiere “razón en la narración”.
Perdóneme, pero “la violencia como forma del amor” es una contradicción de la esencia que cada una de estas manifestaciones entraña y por lo tanto no resiste afirmarse uno como consecuencia de la otra, “porque te quiero, te aporrio”.
Nota: El blog no me permite continuar, lo haré en otro comentario
...la continuación anunciada.
ResponderEliminarY sí, en una cultura como la de la familia de Umay, cualquier otra que no llegue a tales extremos de intolerancia con lo femenino resulta ser salvadora, no interesa que sea la alemana o acaso, lo que hay que esperar es que por el respeto a la cultura, como derecho colectivo, todo vale. Nada más inaceptable. Por aquello de la cultura se han justificado infames atropellos contra los derechos humanos fundamentales.
Ahora, la presencia de los alemanes(as) en la película, si me quedó en el plano de la sinrazón, pero allí está y fue la escogida para el film. Sin embargo, sucesos como los narrados en la película y recordados por el blog, se presentan en cualquier lugar del mundo. No creo que el asunto pueda ser visto como de malos y buenos sino como reivindicación de los derechos de la mujer y el niño, este último, de paso, desconocido por el guión. A nadie le importó la suerte de Cem, allí el protagonista es, nuevamente, el derecho del padre.
Víctimas sí, todos víctimas, hombres y mujeres. Pero hay que diferenciar la óptica desde la cual se aborda la victimización. Víctimas de la cultura unos y otras. Sin embargo, los hombres en el lugar que confiere el poder divino y las mujeres en la aceptación de poder masculino obtenido gracias a la “cultura”. Y pobre de aquella que se oponga, como Umay. Ese mal llamado, a mi juicio, dolor o sufrimiento, no lo es en realidad por la hija o la hermana o por el amor filial, lo es porque la dignidad o divinidad masculina ha sido pisoteada. Con el ropaje de la verdad revelada en la que el poder y las órdenes son de uso exclusivo de los hombres porque así lo permite la “cultura” entonces resulta ser que la mujer es la culpable de los desafueros en que incurren los hombres. Por favor. Si Umay hubiera seguido los pasos de su madre y su hermana, la vida hubiera sido un cuento de hadas y los pobres hombres no se hubieran visto obligados a preservar su dignidad.
El complot de padre y hermanos para eliminar a la hija rebelde, no presenta caras con miedo sino caras colmadas de rabia incontrolable, no se preguntan nada porque saben que su único fin es rescatar su dignidad y evitar que Umay persista en la desobediencia al marido, el padre, el hermano pero, ante el atrevimiento femenino, ante ese reto, el único camino es eliminarla. No otra es la conclusión a la que puede llegarse cuando, a la salida del hospital donde está el padre, Umay casualmente, se encuentra con quienes tienen la misión, los hermanos. Como el menor no ha demostrado amarse lo suficiente como para hacer respetar su dignidad, casualmente, aparece el mayor para respaldarlo o reemplazarlo, si es el caso. En el contexto de la película, allí si bien razonado y narrado, por encima de todo se preserva la dignidad del varón y la obediencia de las mujeres. ¿Será que a última hora el padre se arrepintió, o el hermano menor decidió no obedecer al padre? Nada conduce a esta reflexión. No son hombres que sufren sin alternativa, son hombres que sufren porque ante la opción escogida, una mujer se osó atravesarse en el camino.
Profesor Edgar.
ResponderEliminar¡Ya vi la película!!! Agradezco su visión del asunto, su visión siempre tan preclara, tan llena de ademanes de contemplar lo inmediato en cámara lentamente filosófica. Mi visión, menos aguda, es la del que cree gustarle la educación y por ello trabaja en uno de esos proyectos en los que importan más las mil evidencias, que la disección del término pedagogía... Me fuí un día, escapado de esta desgracia a Grnahorrar... Y la ví... Tal vez por estar en esta demente carrera me pareció como esas propagandas del inventado mundo libre de occidente... Una mujer que presa de una manera turca de cascarle a las mujeres, no se diferencia nada a "nuestra" manera criolla. Sentía un montaje detrás, con claras pretenciones de desprestigio árabe... Muchas mujeres adolescentes, ante un embarazo no deseado, son expulsadas de sus casas, por sus padres, los padres de sus hijos, tan adolescentes, como agresivos, les quitan sus hijos... En fin, Entendí la valentía de ella, frente al mundo musulman, los golpes de su padre, del hermano mayor y del menor, que es también el que más ama... El odio de su madre, por haberlos puesto en desprestigio... Creo en la causa femenina popular, en las carencias de nuestra manera de ser machos y en el cambio que hay que darle a neustra manera patriarcal de gobernar, de amar, de sentir y de ser colombianos, por eso, creao que la película trata de mostrar una realidad mucho menos terrible que la nuestra, no en vano, la policía - a diferencia de la nuestra - acompaña a la mujer al hogar de paso, sin incriminarle, sin pedirle resignación ni hacer mofa. Nuestros jueces de familia, dejan morir en su desidia, todos los esfuerzos que hace una mujer por obtener sus derechos.
Al final, la mujer se em¿namora de un (No turco.) y este maeca la diferencia, es otro estereotipo.
Por favor tome esto como un entusiasmado esfuerzo, fruto de la inquietud positiva de volverlo a encontrar.
DESDE EL CURSO LIBRE DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA, EN LA NACIONAL, RECUERDO SUS PALABRAS CON MUCHA GRATITUD.
Orlando martínez Triana.
Esa es una pregunta frecuente: por qué mirar al otro para denunciar lo que nos molesta de nosotros mismos? Quizás se trata de legitimar intervenciones y opresiones. Pero es verdad la violencia doméstica nos aterra a los no feministas y a los feministas.
ResponderEliminarCaroTorres
CECO: Entiendo que Ud no admite mi reclamo por los detalles que permitan acercar al espíritu, la historia de Umay. Ud prefiere los supuestos y tal vez, las evidencias. Voy a argumentar desde tres lugares distintos sobre la importancia de la particularidad.
ResponderEliminarEn el deporte, Tiger Woods, el más significativo de los golfistas en los últimos tiempos, dijo una vez que el mayor agradecimiento debido a su padre era haberle enseñado que en ese deporte, el juego era contra el campo y no contra alguien distinto. El enemigo no es otro competidor, sino el medio en que se realiza el juego. Eso no es fácil de entender porque toda competencia parece realizarse necesariamente contra otro u otros jugadores. Pero en este caso, es el solitario dominio de la técnica, del cuerpo, del deseo, de la ansiedad, del apuro; de sí mismo. Cada golpe requiere de extrema concentración, estudio, habilidad, técnica y decisión. Es un deporte lleno de verde, aire, silencio y enfrentamiento consigo mismo. No es simplemente, darle palos a una pelota. Eso lo hace cualquiera; pero jugar al golf es una actividad exquisita.
En literatura, la noche del 21 al 22 se de septiembre de 1853, Gustave Flaubert escribió a su amada Luise Colet el siguiente lamento a raíz de cierto trabajo en la escritura de “Madame Bovary”.
Continuación a CECO, desde Flaubert:
ResponderEliminarEn literatura, la noche del 21 al 22 se de septiembre de 1853, Gustave Flaubert escribió a su amada Luise Colet el siguiente lamento a raíz de cierto trabajo en la escritura de “Madame Bovary”. “”No! “no toda la felicidad está en mi trabajo y planeo poco en alas de la inspiración”. Al contrario, mi trabajo es mi tormento. La literatura es un vejigatorio que me escuece, me rasco hasta hacerme sangre. Esta voluntad que me llena no impide los desánimos ni los cansancios. Ah! Tú crees que vivo como un brahmán en una absorción suprema y aspirando con los ojos cerrados el perfume de mis sueños. ¡Ojalá fuera así! Tengo más ganas que tú de salir de esto, quiero decir de esta obra. ¡Dos años llevo en ella! Es mucho tiempo dos años siempre con los mismos personajes, chapoteando en un medio tan fétido. Lo que me abruma no es la palabra, ni la composición sino mi objetivo, no tengo en él nada que sea excitante. Cuando abordo una situación, me repugna de antemano por su vulgaridad, no hago otra cosa que dosificar la mierda””
En investigación, Saydi Núñez Cetina, investigadora de la Universidad Nacional de Colombia, alude a ese proceso en los siguientes términos: “Este estudio trata de las pautas de conducta social de las mujeres que infringieron las leyes en Bogotá, después de los acontecimientos del Bogotazo, cuando el proceso de expansión de la ciudad surgió como producto de la industrialización y la definición del proyecto modernizador (…) La comprensión de tales actos (delincuenciales) es posible si se escudriñan sus formas específicas para tratar de dilucidar sus significados, sus características y actores, tanto en s condición de expresiones de realidades particulares, como en sus incidencias en la vida social”.
Continuación al primer tema de respuesta a CECO:
ResponderEliminarEso, CECO, es lo que me conmueve: no se trata de agarrar a palos una pelota, ni escribir o realizar el primer impulso para sentar posición frente al atentado contra las mujeres; no es un manifiesto o un documento conmovedor; se trata de “dosificar la mierda” en que chapotea la realización. Casi todas las mujeres que conozco y también muchos de nosotros estamos alarmados con la violencia de los hombres contra las mujeres, y nos entusiasma leer sus manifiestos de ellas, sus proclamas, sus poemas y los relatos de sus vivencias de rebelión, resiliencia y organización. (No voy a ampliar hacia la comunidad LGBT, porque no es pertinente al comentario, pero ha de entenderse que la actitud es semejante) Pero en cualquier caso, lo que compartimos es la disciplina del proceso constructivo. Este compromiso asumido sin disculpas es lo que permite entender que cada mujer es única y que su desafío resulta de tal diversidad actuando en condiciones particulares de la época pero semejantes para todas.
La respuesta única de Umay no se puede entender ni validar a la sensibilidad estética sino en por su peculiar intervención en las condiciones particulares de su época. Sin esas particulares relaciones e interactuaciones las contradicciones entre Umay, su hermana y la madre, no son admisibles: pertenecen a la voluntad de la directora pero no a los personajes.
Segundo tema con CECO:
ResponderEliminarEl segundo punto que me obliga Ud, CECO, a tratar es el relativo a la presencia de los hermanos y el padre vengadores: “El complot de padre y hermanos para eliminar a la hija rebelde, no presenta caras con miedo sino caras colmadas de rabia incontrolable, no se preguntan nada porque saben que su único fin es rescatar su dignidad y evitar que Umay persista en la desobediencia al marido, el padre, el hermano pero, ante el atrevimiento femenino, ante ese reto, el único camino es eliminarla”.
Si el asunto fuera como Ud dice, entonces el hermano menor no hubiese dejado caer la pistola y salido corriendo a mirar desde el panorámico trasero del transporte público, el desenlace de la escena: la rabia incontrolable habría triunfado. A su vez, cuando el hermano mayor apuñala accidentalmente al niño mientras Umay queda ilesa, él queda inmóvil, con los ojos muy abiertos y la boca entreabierta. Si fuese como Ud señala, este hermano habría saltado sobre Umay para apuñalarla definitivamente. Pero, no. Al final, ella avanza de espaldas a la cámara y a su hermano inmóvil, con el cadáver de su niño en brazos.
Por ello es que sostengo una visión distinta a la suya.
De todas formas, le agradezco la oportunidad de este diálogo pues las respuestas me han exigido volver sobre mis lecturas de hace tiempo, y esclarecer puntos de vista. Ojalá todos los lectores tuviesen ánimo como Ud.
Mil gracias.
Orlando: Esperé algún tiempo antes de decidir la moderación de su comentario. Tras leerlo y releerlo, no encontré ningún elemento de spam comercial, por lo cual le dí el ingreso. Pero quiero expresarle que dicha demora se debe al hecho de encontrar muchas referencias bondadosas de su parte, sobre algo que Ud supone que soy pero que yo no puedo aprobar.
ResponderEliminarEn efecto, seguramente fuimos compañeros en el Curso Libre sobre Ciencia y Tecnología, en Salmona de la Universidad Nacional; allí, mis intervenciones en los trabajos individuales y de grupo fueron tan ricas o tan pobres como las de todos los asistentes, de manera que no creo ser merecedor de los elogios que Ud señala. Sostengo mi idea que no soy un tipo especial, ni un crítico, etc, sino un hombre cualquiera que quiere liberar las inquietudes que lo acechan allí a donde vaya, especialmente si se trata de asistir a la sala de cine.
Eso sí, le agradezco su visita a mi blog, sus comentarios sobre la película y sobre la situación social y cultural, y espero seguir contando con ellos. Si tales comentarios divergen de los míos, será una oportunidad enorme pensar y escribir sobre lo que comparto o no comparto de ellos.
Caro: Hay tardes que paso caminando por estos campos y estas calles, pensando si tengo o no razón en mi apreciación sobre ese cierto chovinismo de la película. Lo que quisiera que un día llegara claramente a mi es la certeza de cuánto hay en ello que se debe a los visos de intolerancia patriarcal que no puedo eliminar de mí mismo, y cuánto es cierto en mi opinión. Pero la manera como Ud lo expresa me sosiega sin eliminar mis propias dudas.
ResponderEliminart.edgar:
ResponderEliminarLeo atentamente el comentario a mi comentario, comprendo claramente la diferencia entre la mirada del espectador que se limita al paso por una sala de cine y la de quien ingresa a la misma sala con la literatura, el teatro, el arte, como acompañante.
Son las exigencias del experto y las de quien recoge palabras, imágenes y luego libera en el blog lo que, como dice Caro, seguramente, nos molesta de nosotros mismos. Agradezco su respuesta.
CECO: Sí y no. Todos llevamos al cine la compañía de lo que somos; eso es invitable. Los más viejos -como yo- cargamos nuestro costal de haber sido, leído, discutido, esperado, olvidado, etc. Es una carga muy pesada. Pero cada quien es así. Otros, entre quienes Ud se cuenta -según deduzco- llegan con sus solidaridades de género y sus batallas en pleno desarrollo. Nada de eso es una falta.
ResponderEliminarLo terrible es, por una parte, la carencia de un lugar para el diálogo; por otra parte, el silencio y el respeto que aniquilan. Porque Ud no baja la cabeza, es que también admiro y respondo sus comentarios. O, ¿preferiría que guardara silencio?