lunes, 24 de octubre de 2011

Cuando el amor es para siempre (Restless)


Género : Drama   
Duración : 91 minutos  
Clasificación : 12 Años   
Director : Gus Van Sant   
Reparto : Mia Wasikowska, Henry Hopper, Ryo Kase,
HISTORIA: Annabel Cotton es una bella enferma de cáncer terminal con un profundo amor a la vida y al mundo natural. Enoch Brae es un joven decepcionado de la vida, después de que un accidente terminó con la vida de sus padres. Cuando estos dos extraños se conocen por casualidad, encuentran un inesperado terreno común en sus experiencias únicas del mundo.  (http://cine.colombia.com/pelicula/i3474c0p0/cuando-el-amor-es-para-siempre)

 

Caro lector: me allegaré a esta película clara y delicada a través de su contrario, una memoria de oscuridad y metafísica. ¡Que Dios y ella me perdonen, pero no tengo más remedio!

Se escuchaban ya los ecos de la Gran Guerra. Alemania era centro de la convocatoria del expansionismo, los fusiles, las órdenes militares y la muerte. Sorprendido en las aulas y en su estudio, el filósofo Edmund Husserl en vez de la crítica política directa participaba en la discusión sobre la supremacía o de la lógica o de la naturaleza empírica. Como quien dice: idealismo vs empirismo. Para personas, como yo, con poca condición para filosofía tan abstracta, ponerse del lado del empirismo significaría elaborar representaciones coherentes con la movilización para la guerra, el despojo y la anexión de territorios; mientras que el idealismo era el descrédito de lo anterior y el llamado a la conciencia como entidad suprema.

Consumada la guerra y debilitados sus epígonos, MartinHeidegger –discípulo de Husserl- abordó la relación entre Ser y Tiempo una de cuyas aristas aplica al razonamiento sobre los problemas más difíciles de la condición humana: el sentido de ser subyugado al tiempo. Esta es su expresión más contundente y significativa: Ser es ser para la muerte. Ser para la muerte no es la condición de los seres vivos que nacen, crecen, se reproducen y mueren, sino contar con la inminencia de la muerte: el ejercicio de ser sólo ante la muerte libera de obediencia y obliga libertad, decisión, responsabilidad y no sé cuántas opresiones más. El discurso se atiborra de angustia. No la simplicidad, no la sencillez, no la imaginación, no la apertura de la luz. A la dificultad de seguir sus razonamientos y la novedad de sus vocablos, se suma la dureza de un pensamiento de hombre sin porvenir. 

En el polo opuesto de las oscuras certezas del pensamiento filosófico, Annabelle la protagonista del filme Cuando el amor es para siempre- ser individuado e individual, mujer para más señas- ES en la inminencia de la muerte. No es simplemente una enferma terminal; eso es asunto de la publicidad y del decir sin metafísica. Pero, en contrario de la intelectualidad de Heidegger, su particular inminencia de la muerte es descubrir el mundo en las funerarias y en la lectura juiciosa de Darwin quien negó la superioridad esencial del hombre; en la decisión de corregir a Shakespeare y representar la muerte de Julieta como heroína que regaña a Romeo a punto de destriparse con una navaja y en vivir la aventura de la entrega como extravío en un recinto fantasmal de donde es rescatada por un leñador de barba oscura. Lo particular de su ser-para-la-muerte es llevar consigo la naturaleza de la clínica y los cuidados de su hermana; negar desde ya que su vida futura será entre espíritus. Libremente decide ejercer de seductora en el depósito de cadáveres y vivir en sonrisa permanente.

El antagonista es Enoch cuya negación de la muerte lo conduce a su propia inculpación. Enoch que Es como búsqueda de otro que le asigne sentido, persigue su purificación mediante la venganza contra los vivos y los muertos. Por fin, Enoch dice su última palabra como sonrisa cuando reconoce lo efímero. No el psicoanálisis; no las técnicas para superar el duelo; sólo el encuentro de sí en la muerte del otro. La muerte de la amada es el amor para siempre: regreso al amor por sí mismo. No hay otro amor para siempre sino el encuentro del yo con la complicidad de ella. Jajaja: casi digo que todo amor que sea de otr@ termina en divorcio con alguien. Imagen final: amor es complicidad de la pareja.

Querido Lector: no tengo yo la culpa que este sea un filme con metafísica y  angustia existencial.  Entiendo que es allí donde se apoya esta paradoja de la delicadeza. Está bien; no concuerde conmigo, pero sepa que bajo la sombra de esta película me niego a la banalidad y a la industria de la chatarra cinematográfica que cobra dividendos con historias para militares. Si ellos están presentes aquí, es porque los acoge como fantasmas que recuerdan cuántas cosas dulces quedaron por decir en medio de una guerra donde la muerte era inminente, pero que también fue soslayada por “los deberes de la patria”.

Bogotá, Octubre 21 de 2011

 Nota: No sé por qué no entran los comentarios al post. Pero Alejandro me escribió al correo privado lo siguiente: <No se si venga al caso pero al leer una linea del libro "el cuaderno" de saramago me acuerdo de tu comentario y por eso te la envío. Dice: "...verdaderamente me siento vivo, vivisimo, cuando, por una razon u otra, tengo que hablar de la muerte...">

miércoles, 19 de octubre de 2011

El amor llama dos veces (Larry Crowne)


DURACIÓN:99
FECHA ESTRENO:2011-08-19
GÉNERO:Comedia Romántica
INTEGRANTES:
Director:Tom Hanks
Reparto:Tom Hanks, Julia Roberts, Nia Vardalos

Soy del común de gentes que presenta enormes resistencias a involucrarme como lector de trabajos científicos. Esa literatura se nos aparece como un saber de iniciados, pleno de símbolos como invocaciones a un inframundo a punto de descubrir la piedra filosofal. Nada parece relacionarse con nuestra vida cotidiana y mortal. Pero con Konrad Lorenz, esta prevención se derrumba. Sus trabajos son crónicas como anécdotas de su cotidianidad familiar llena de gansos, grajillas, perros, cuervos, peces, etc. orientadas a señalar lo peculiar de la conducta animal. Es un encanto leerle “Cuando el hombre encontró al perro” que describe incertidumbres, amores, odios, complementos y reclamos de la relación amo y perro. El intercambio de las labores de vigilancia por eficiencia del trabajo instrumental les permitió compartir alimentos, calor y hogar. Compartir la comida es el lazo fundacional de la convivencia entre perros y hombres. Afortunadamente, hoy la industria permite mejorar y diferenciar la comida animal de la humana. El alimento para perros se prepara industrialmente de acuerdo con las necesidades que los nutricionistas han prescrito para atender el fortalecimiento de sus huesos, la fibra de sus músculos, la conservación de su dentadura, el brillo del pelo y la higiene de sus heces. Si cada cosa está en el balance perfecto, todo conduce a los resultados esperados.

Así, con cada elemento en su lugar, se me aparece el filme “El amor llama dos veces”. Un producto de la industria cinematográfica de Hollywood que maneja pulcramente la comedia de disparates. Si descartamos su crítica, la lógica de la acumulación y crecimiento del capital se nos aparece fundada en la cualificación y eficiencia del trabajo. Es lógico que el protagonista del filme, Larry Crowne, sea despedido de su empleo por no acreditar estudios superiores, pero el disparate es que despiden a uno de los vendedores más eficientes. Solución: inscribirse en una institución educativa aunque ella sólo sea de apariencias, estudiar lo que nadie estudia, aprender de unos docentes que nada enseñan, abandonar la Ford Explorer y reclutarse en una pandilla de jóvenes motonetistas, cambiar su vestir de hombre mayor por ropas juveniles de iconoclasta, encontrarse con una maestra despechada que le abre la puerta al amor, etc. Nada puede salir bien pero todo es posible para contento del espectador. La lógica capitalista queda intacta: si no puedes pagar la hipoteca de tu casa, deshazte de ella y refúgiate en una habitación aunque sólo sea para hacerle el amor a tu maestra; no te quedes “Esperando a Godot”, como Wladimiro y Estragón, pues el absurdo genera angustia, incomunicación y metafísica, mientras que la comedia de disparates produce risa, contento y felicidad con la vida como es.

Todo estaba perfectamente calculado: brilla la risa, circula la sangre por su torrente de venas y arterias en la platea, se fortalece el mundo cotidiano y desaparece la incertidumbre del despido; la imagen está al servicio de la promoción de la alegría y todos salimos como si nos hubiésemos saludado al final del rito. La lógica del capitalismo es tan fuerte como la risa del profesor de economía que enseña a dominar el mundo, en el East Valley Community College, de la película.

Qué lindo que el buen cine de Hollywood haya aprendido a manejar y dosificar los elementos de la comedia de disparates. Así no tiene que envidiar a los nutricionistas quienes formulan a la perfección su comida industrial para perros, nuestros amigos más amados.

NB: Para una lectura objetiva y antagónica a esta fantasía que no me da paz, léase el comentario de El Informador de México: http://www.informador.com.mx/entretenimiento/2011/316845/6/el-amor-llama-dos-veces-a-julia-roberts-y-tom-hanks.htm

domingo, 16 de octubre de 2011

De Antes de partir a Las invasiones bárbaras

Título: Antes de partir (The Bucket List)
País: Estados Unidos, 2007
Géneros: Drama (Historias de superación – Lagrimones)
Duración: 97 minutos
Director: Rob Reiner
Actores:  Jack Nicholson, Morgan Freeman, Rob Morrow

Título: Las invasiones bárbaras (Les invasions barbares)
Dirección y guión: Denys Arcand.
Países: Canadá y Francia.
Año:
2003.
Duración:
99 min.
Interpretación:
Rémy Girard (Rémy), Stéphane Rousseau (Sébastien), Marie-Josée Croze (Nathalie), Marina Hands (Gaëlle), Dorothée Berryman (Louise), Johanne Marie Tremblay (Constance), Yves Jacques (Claude), Pierre Curzi (Pierre), Louise Portal (Diane), Mitsou Gelinas (Ghislaine), .
Producción:
Denise Robert y Daniel Louis.
Música:
Pierre Aviat.
Fotografía: Guy Dufaux.
Montaje:
Isabelle Dedieu.
Dirección artística:
François Séguin.
Vestuario:
Denis Sperdouklis.

 Estaba en deuda con estas dos viejas.

Hay un día que el malestar se rebela contra la memoria; la acorrala y la exige de tal forma que esta tiene que confesar su fragilidad. Todo queda patas arriba. Me parece claro que leí en Lo verosímil fílmico de Gallvano de la Volpe su exposición acerca de la verosimilitud como fundada en la coherencia narrativa del filme, contra la supuesta conformidad con la realidad externa referida por la fábula o historia contada. Ahora, no estoy muy seguro de si revuelvo con la tesis de Estanislao Zuleta sobre la coherencia de los códigos narrativos para la lectura de Metamorfosis de Kafka. Prefiero pensar que los dos datos de mi (des)memoria son ciertos y no es posible detenerme hasta recuperar mi biblioteca.

El punto, entonces, es el malestar.  Sucede que, repasando, me encontré en los últimos meses dos filmes que cuentan aventuras de viejos llegados a su inminente muerte: Antes de partir (2007) y Las invasiones bárbaras(2003). Enfermos terminales. Víctimas. Moribundos que no desatan dolores ni lamentos, sino alegría y plenitud de vida. Nada más lejano de los códigos de nuestra realidad. Pero las historias narradas son perfectamente verosímiles, creíbles. Tan creíbles que nos arrebatan de la silla y nos elevan a la plenitud del goce de la muerte. La pregunta es ¿Cómo se hace esta “realidad”?

La respuesta me obliga referir al señor Watanabe, de Ikiru – Vivir de Kurosawa. Su fino humor nos lleva de paseo por una galería de imágenes imposibles que narran la búsqueda del sentido de vida de un burócrata inútil, enfrentado a su muerte por enfermedad terminal. De inútil pasa a ridículo buscador de los placeres en el prostíbulo, enamorado de la joven que puede ser su nieta, héroe enfrentado a las bandas de expoliadores de la ciudad y compañeros de oficina que  se ahogan bajo el peso de montañas de expedientes. Narración de sucesos y aventuras que terminan cuando la muerte lo encuentra plácidamente jugando en el parque infantil. La fábula de Kurosawa no necesita ningún truco. Las películas norteamericanas no son posibles sin él.

El truco está en la condición que hace posible la historia. En los dos casos que nos ocupan, el truco es poseer un tesoro inagotable: el excéntrico señor Edward Cole es un billonario irracional que, en la proximidad de su muerte, puede gastarse todo lo que no se ha gastado en su vida; el profesor Rémy tiene un hijo que puede invertir en la felicidad de su padre lo que nunca le ofreció ni siquiera como caricia. El dinero es poder. Con él se compra toda la felicidad del mundo: aún la que se impone al dolor de la enfermedad y la proximidad de la muerte.

Aceptada la posesión de la fuente inagotable de la felicidad, el dinero sirve para expresar la potencia infinita de los dos machos, protagonistas de sus historias. El primero derrocha energía, aventura, alaridos de adrenalina, nalgadas a mujeres de las afueras de la historia y arrebata de paso al negro clasemedia para conformidad del imaginario integracionista estadounidense. El segundo derrocha los principios de su militancia izquierdista de academia, amansada por un séquito de mujeres serviles al placer sexual; derroche que es posible gracias al tesoro inagotable de dólares que los buenos negocios le producen a su hijo y que éste utiliza para sobornar, poner la policía y el narcotráfico a su servicio, pasar temporadas a orillas de lagos de imponentes y serenos paisajes donde los personajes destilan palabrería con baldados de esperma como en las significativas novelas del Marqués de Sade. La jerarquía es vertical y en éste orden: dinero, machos, mujeres, negros, recursos de salud, policía, narcotráfico y monjas. Jajajajaj! Es el orden que nos complace. Alguien dice que es un orden estúpido, pero yo digo que es el que resulta de cualquier aceptación del dinero como valor supremo. Qué culpa tengo yo de haber nacido en este tiempo y en esta sociedad. Ni el malestar social, ni la inconformidad con mi memoria pueden obstaculizar el goce de estas historias truculentas narradas con absoluta verosimilitud interna.

Tunja, octubre 09 de 2011

jueves, 6 de octubre de 2011

El amor de Tony (Tony et Angéle)

Drama
Pais: Francia
87 minutos
Año: 2010
08/07/2011
Prod.
Absolut Media Films
Ficha técnica 
Director: ALIX DELAPORT 
Reparto:
Clotilde Hesme: Angèle
Grégory Gadebois: Tony Vialet
Lola Dueñas: Anabel
Fuente: http://www.lahiguera.net/cinemania/pelicula/5690/

 ¡Benditos sean los hombres!

Malditas sean lasmujeres se publicó por primera vez, como novela de folletín, por allá en 1857. Su éxito fue tal que su autor, Manuel Ibo Alfaro, agregó tres maldiciones más: a las suegras, a los hombres y a las promesas. Novela de folletín o novela por entregas; su coste era bajísimo, pero obligó a su autor a resolver el problema de cautivar al lector para venderle todos los episodios de cada una. Y se convirtió en maestro de este género menor y de su estética. Más de un siglo después, doña Inmaculada Benito Argaiz dedicó un juicioso trabajo a desentrañar el contenido y los artíficos técnicos folletinescos. Vale la pena.

Recuerda doña Inmaculada que, de entrada, el autor expresa su intención didáctica: niñas, “…aprenderéis a hacer buen uso de vuestras gracias y a no fiar demasiado en su poder, … el mundo puede burlarse de (aquella) que no sabe ser mujer sino hembra”, y luego expone el artificio estético:  “En general, son novelas típicamente populares, cuyos contenidos desarrollan asuntos melodramáticos … El protagonista, noble, virtuoso y valiente, es el arquetipo moral . Se pone del lado del más débil y denuncia con su actuación las apariencias y la frivolidad, fruto de la mala educación”.  El universo de la acción está enmarcado en los valores vigentes: la familia, el noviazgo, los suegros opuestos al matrimonio, la moral católica. “Hasta tal extremo el peso de los padres sobre los hijos es fundamental, que los dos jóvenes luchan a lo largo de toda la novela entre el amor filial y su enamoramiento” …. ¡Caracoles, me perdí! Ya no sé si estoy en el folletín o en “El amor de Tony”. ¡Pero la culpa es de la película!

Desde la primera unidad, la cámara denuncia a la protagonista como hembra; casi el filo de la prostitución. Hembra ávida que responde al llamado que ella supone el aullido de un macho; pero no hay tal, es el héroe “noble, virtuoso y valiente” dedicado al trabajo y la familia. La hembra, con un pasado con rasgos de mujer, ha perdido su libertad y la custodia de su hijo y tiene que exponer al oficial de libertad condicional el sentido de cada uno de sus movimientos. El héroe intuye esas dificultades y se coloca de su parte, pero no cede a la tentación: la enfrenta con su propia madre, con el aprendizaje de un trabajo, una militancia y una cotidianidad lejos del mundo del delito; le brinda su cuarto, la seguridad de su familia y el azar de su trabajo en el traicionero mar. La historia va pasando de las secuencias opresoras e inciertas a la vista abierta del mar, sus trabajos, sus hombres, sus ofrendas y colores. Triunfará el mar, el sustituto materno recompondrá a la mujer y el héroe podrá entregarse al goce sexual  de su mujer y no de una hembra cualquiera. El abuelo los acercará al niño pero la abuela no saldrá de su condición maldita. El diálogo final y la vista de la playa generadora de experiencia humana cerrarán esta historia prometedora de futuro católico  y virtuoso. Más dulce no es posible.

Como decía mi abuela: ¡Dios y hombre, mijo! Bajo el influjo de sus advertencias, casi digo que la película me entretuvo, que salí preguntándome por la diferencia entre el amor y el sexo: ¿hacer el amor o tener sexo? Que el protagonista pasó de ser un gordo ramplón y desabrido, incapaz de hacer con esa flaca, dura y ofrecida lo que cualquiera hubiese hecho, a ser mi héroe favorito. Que es consecuente con la realidad de las relaciones entre abuelos y nietos: una vacanería. Que había tal grado de realismo en la elección de los paisajes urbanos y marinos, que casi olía a pescado, a bicicleta robada, a represión y perfume de baratillo en los muelles. A aire salado y frío. Esto me pasa por andar mirando telenovelas y olvidarme de la obra de Kafka.

Tunja, octubre 2 de 2011

miércoles, 5 de octubre de 2011

Liberación (Désengagement)


Director: Amos Gitaï 

Intérpretes: Juliette Binoche, Liron Levo y Jeanne Moreau 

Drama político alrededor de la retirada de Israel de la franja de Gaza ocupada. Ana, una mujer francesa de origen israelí, llega a la franja de Gaza por la muerte de su padre, y también para encontrar a la hija que ella abandonó al nacer, veinte años atrás. Allá se encuentra con Uli, hijo adoptivo de su padre, y con quien se ve envuelta en el conflicto que atraviesa el país.

Guión: Amos Gitaï, Marie-José Sanselme
Producción: Agav Films
Distribución: Ad Vitam
Fotografía/imagen: Christian Berger
Sonido: Michel Kharat 
Montaje: Isabelle Ingold

¡Vaya ritmo el de esta película! La historia es manida y repetida mil veces, hasta el cansancio. Clásicos, románticos, trágicos, etc; recuerdo que el propio don Juan José Botero desarrolló el hito de la hija abandonada, en su novela costumbrista y picante “Lejos del nido”. Nada nuevo: mil veces, mil autores (mil no es un número sino un decir), mil directores y más filmes se han hecho incorporando ese tema: ¡Se busca hija perdida hace tiempos! Pero Amos Gitaï hace del mismo tema, un asalto progresivo a la platea. No es el director que explora la sagrada conformidad de la mujer judía ortodoxa, como en Kadosh, sino el joven patrullero de la aviación israelí que provisto de una cámara registra acciones de su compañía en territorios ocupados, que así fueron sus primeros filmes. Se trata de un ataque judío.

Del monótono canto sagrado de una plañidera negra cuyo rostro ocupa toda la pantalla durante varios minutos, la imagen nos lleva a la danza provocativa de una mujer joven en trance de divorcio que trata de seducir a su hermano, igual nos conduce a los férreos procesos notariales, y participamos en el incierto viaje al kibutz confundido por decisión del Estado israelí, y desembocamos en la acción de la violenta destrucción de casas, invernaderos y hermandades. Pero la tragedia clásica no da tregua: el encuentro resuma sufrimiento. La madre grita desconsolada y ella misma es su plañidera: la manifestación del dolor no es comerciable.

Pero digo el ritmo. Porque la película avanza progresivamente su confusión a la platea. Cada secuencia lleva a un mayor acercamiento de los planos sobre el ojo y el rostro del espectador. El viaje nocturno es casi una adivinanza de la verdad entre sombras y provocaciones de una lengua desconocida, el hebreo. Y nada qué decir de la proclama árabe que la mujer no entiende pero que la atrae como un grito de batalla. Los planos se van cerrando hasta el templo, morada de la alianza, vulnerable tienda de campaña donde el rabino resiste con sus fieles al ataque policial: no queda otra sino que las secuencias sean rodadas en primeros planos. Durante la proyección, esos rostros y vestimentas y gestos y oraciones, involucran al espectador del filme como protagonista de los empujones y gritos de un lado y otro calando en el oído. La acción alcanza la platea. El espectador queda sometido a la policía que lo arrastra y lo pone en el autobús que lo llevará al barrio periférico de Jaifa  o de alguna ciudad israelí; en todo caso, no se sabe a dónde. Y ahí, el espectador se pierde de la madre, se pierde de la hija y sólo pretende que la acción termine para arrojar su imprecación contra el poder sionista.

Desde el frío recinto de los servicios fúnebres, desfila por pantalla toda una galería de lugares frívolos de la Francia académica y jurídica, viajes con ambiguo protagonista, muelles cuyo orden se rompe con la presencia del poder, tiendas de campaña y ejercicios militares para aprender a agredir sin agredir, al desorden de la consumación de la agresión. El proceso de Liberación refunde los órdenes establecidos; los sentimientos que empiezan a ver su luz, sumen en la desesperanza hasta la emergencia de un nuevo mundo que nadie sabe cuándo será posible. En todo caso, Liberación es la antesala  donde se escucha la injusticia de quienes deciden sin poner lo suyo en riesgo.

Y digo que el ritmo termina por  volcar el entorno problémico que hace posible el filme, y convertirlo en potente pregunta del espectador que abandona la sala, sin importar ni la madre ni la hija, sino el confuso mundo de la vida. Por ello, y no por la fábula, Liberación es un filme político. Tremendamente político.

Tunja, octubre 3 de 2011

martes, 4 de octubre de 2011

Mujeres al poder (Potiche)

País: Francia 2010 103 min.

Guión y dirección: François Ozon, según la obra de Pierre Barillet y Jean-Pierre Grédy

Fotografía: Yorick LeSaux

Música: Philippe Rombi

Intérpretes: Catherine Deneuve, Gérard Depardieu, Fabrice Lucchini, Karin Viard, Judith Godréche, Jérémie Renier, Sergi López

Estreno: 25 marzo 2011
Fuente: http://pantallasonora.blogspot.com/2011/03/potiche-pelicula-florero.html

¡Ja, Qué risa! ¡Los críticos más agudos, como los más obtusos y los de ángulos rectos! No encontré uno solo que no repitiese el mismo cuento de “la mujer florero”. Eso está registrado en los diálogos y es el sentido del título de la película: Potiche. O sea que es cierto. Y nadie arriesga un pelo. Importa mucho constatar que desde Robert Beams en septiembre de 2010, a raíz de su repaso al Festival de Venecia, los reseñadores y críticos han venido repitiendo que se trata de una sátira kitsch, pero ninguno desarrolla razones. Es como no decir nada, porque kitsch puede ser cualquier cosa.  Supongamos que Kundera hubiese pasado silencioso sobre ese término referido en La insoportable levedad del ser, desde entonces lo hubiésemos ubicado como autor de panfletos anticomunistas. Fue con su alusión a la estética kitsch como «negación absoluta de la mierda; en sentido literal yfigurado: el kitsch elimina de su punto de vista todo lo que en la existenciahumana es esencialmente inaceptable» que su narrativa cobró la dimensión crítico-política. Donde Beams y sus repetidores enuncian palabras sin contenidos, Kundera ve un sentido. Es en esta desazón risible donde emerge mi inquietud: ¿se puede practicar un corte longitudinal que permita visionar la dimensión estética de esta película? Voy a intentarlo, a riesgo de consumirme en tediosos listados y enumeraciones.

La fábula de Suzanne Pujol se sitúa en la década de los setenta. Ella camina, trota por los senderos del parque, escribe versos testimoniales sobre los animalitos del bosque, mantiene el orden de su casa, dirige la fábrica, se enfrenta a los huelguistas, revoluciona la producción y no sé cuántas cosas más, igual que el ridículo Clark Kent: sin despeinarse. Ignora las evidentes infidelidades de su marido, mantiene el calor de la relación filial con sus dos hijos, se sobrepone a las alianzas que la excluyen de la dirección de la empresa de su padre, sostiene relaciones secretas e intrascendentes con ocasionales amantes, pasa orgullosa  por encima de la pregunta sobre quién es el padre de sus hijos o con quién más ha tenido hijos su esposo, gana las elecciones legislativas; todo, sin el menor desorden. Conociendo lo que es, se alía con la amante de su propio marido, restablece la confianza entre los accionistas de la empresa, canta en coros políticos y restablece la alianza entre el poder legislativo y el ejecutivo para la buena marcha de los asuntos de la ciudad. Este panorama dramatúrgico tiene como contexto la ordenada casa burguesa con ornamentos mate y voluptuosos cortinajes, las secas instalaciones de la empresa, los sobrios interiores y los parques capturados por una cámara que no arriesga un ángulo diferente a la vista conforme del espectador y, si los filtros existen son para mantener el sosiego del ojo que mira desde la platea.

Como se puede apreciar, toda fuerza dramática o trágica se mantiene bajo control. Nada se desordena. Potiche, el jarrón, el florero de la vida, el orden de esa mujer, se mantiene porque el aire no es huracán de pasiones, no es ni viento siquiera. El tránsito del hogar a la fábrica y de esta a la campaña política no va jalonado por los briosos corceles que arrastraron a Parménides hasta las puertas del día y de la noche. Esto está descartado. Hasta el desenredo final del señor Robert Pujol, consecuente con su propia manipulación es reportado como el varón domado de Ester Vilar: abuelo sentado frente a la tele, sosteniendo su nieto en las rodillas y acariciando el vientre de su hija; viejo ya, sin amantes ni sorpresas, en espera paciente del final de sus días.

Nada es feo en la vida; nada causa dolor; nada de angustia. En términos de Kundera, toda la mierda ha sido eliminada. No puedo frenar aquí porque el referente estético de La insoportable levedad me impide; tengo la necesidad de decir que estas mujeres al poder son la tardía negación del dolor y la tragedia del socialismo deAllende por la próspera administración de Bachelet. Transformación del socialismo militante y revolucionario, en socialismo kitsch. No es que quiera decirlo; es que la revolución de Suzanne Pujol me pone esa evidencia en los significantes. Es que la preciosidad ridícula de esta Mujeres al Poder convoca el humor político, el humor histórico, cuyo silenciamiento sería causal de traición a la convicción de que el cine apunta a la más profunda raíz de la vida.

¡Ja, Qué risa de mí mismo! ¡Los críticos más agudos, como los más obtusos y los de ángulos rectos; todos tienen razón! Los comentarios que conozco de reseñadores y de críticos, a partir de Beams que es el primero, todos tienen razón: Mujeres al poder (masculino) trata de una sátira kitsch. Tal vez no dije nada  nuevo.

Bogotá, septiembre 29 de 2011.