Director: Jan Kounen
Intérpretes: Anna Mouglalis, Mads Mikkelsen y Elena Morozova
París, 1913. Coco Chanel está totalmente entregada a su trabajo. En el Teatro de los Campos Elíseos, Igor Stravinsky presenta "La consagración de la primavera". Coco se siente desbordada por la calidad de la obra, que ha generado disturbios en la sala. Siete años después, Coco se reencuentra con Igor en París tras su huída de una Rusia en plena revolución. El encuentro es eléctrico. Ella lo invita a alojarse en su casa de Garches, con su esposa e hijos, para que pueda proseguir con su trabajo.
Guión: Chris Greenhalgh
Producción: Eurowide Film Production
Distribución: Babilla Cine
Fotografía/imagen: David Ungaro
Sonido: Vincent Tulli
Música: Gabriel Yared
Intérpretes: Anna Mouglalis, Mads Mikkelsen y Elena Morozova
París, 1913. Coco Chanel está totalmente entregada a su trabajo. En el Teatro de los Campos Elíseos, Igor Stravinsky presenta "La consagración de la primavera". Coco se siente desbordada por la calidad de la obra, que ha generado disturbios en la sala. Siete años después, Coco se reencuentra con Igor en París tras su huída de una Rusia en plena revolución. El encuentro es eléctrico. Ella lo invita a alojarse en su casa de Garches, con su esposa e hijos, para que pueda proseguir con su trabajo.
Guión: Chris Greenhalgh
Producción: Eurowide Film Production
Distribución: Babilla Cine
Fotografía/imagen: David Ungaro
Sonido: Vincent Tulli
Música: Gabriel Yared
Tomado del Programa Oficial del X Festival de Cine Francés en Colombia
Chanel y Stravinski – Tarjeta de invitación de uso
restringido
Estimado lector:
Reciba esta tarjeta de invitación a cine, guárdela en un
lugar seco y fresco, póngala fuera del
alcance de los niños, no la comparta y úsela con extremo cuidado porque puede
causar adicción: hablar mal del prójimo genera una dinámica envolvente
alimentada por las propias frustraciones hasta alcanzar, frecuentemente, un
punto de no retorno. Y lo advierto
porque Coco Chanel e Igor Stravinski
revolucionaron cada uno su campo, a comienzos del siglo XX. Y un filme que
convoca su memoria abre mil y una expectativas, desde la más simple curiosidad
a cerca del episodio íntimo, hasta la más compleja sobre el diálogo imposible
entre la estética de la simplificación del vestido femenino, en un lado, y en
el otro, la complejidad de la composición musical de doce tonos. Dicho en forma
interrogativa: ¿cómo puede pasar una presa entre dos fieras hambrientas, el
chisme de telenovela y el cine-arte de élite?
Todo comenzó cuando al gringo Tomás Alba Edison aceptó
pagarles a John Rice y Mary Irwin para que repitieran frente a la cámara el
beso final de la pieza teatral “La viuda Jones” que representaban en el tablado,
distante del público. El embobinado de 21 segundos fue el más visto en los
kinetoscopios, durante ese año de 1896. Inmediatamente el negocio se impuso a
los escándalos de la moral y los americanos sacaron provecho. Mientras que los
franceses se dedicaban a las fantasías de apariciones de ultratumba, cómicos
accidentes de coches, persecuciones por tierra, cielo y chimeneas, la Edison
Manufacturing Co. capturaba escenas de señoritas jugando en pijamas en sus dormitorios,
vendedores de zapatos que destapaban las faldas de sus clientas para mostrarle
al público las pantorrillas que ellos veían a diario y fisiculturistas
torcidesnudos para deleite de las damas. Sesenta años después, el cine de la
nueva ola francesa, con Lelouch y Resnais a la cabeza, rescató la intimidad del
placer, pero la enmarcó en el sentimiento y la moral católica: la
reivindicación de la familia monogámica, el cuidado de la pareja y la buena
educación de los niños. Esta fiera indómita es la tercera fuerza al acecho en
la historia de Coco y Stravinski.
Si Ud. cede a la tentación de esta tarjeta de invitación, Querido
Lector, es de su riesgo asistir a una película chismosa respecto de la manera
como Coco con sus grandes ojos invasores, su boca voluptuosa, su cuerpo huesudo
y su elegancia simple, devora a Igor sin tocarlo siquiera hasta ponerlo en
bandeja para el sexo. Ud. puede también asistir a otra, realmente moralista, en
la que la Coco millonaria, independiente y ardiente, triunfal sobre el cuerpo y
la obra de Stravinski, se somete al elegante regaño de la moral de la
cristiandad y lo entrega exháusto pero sin penuria, a la disciplina de la
composición y al cumplimiento de sus deberes de cónyuge y de padre. En el mejor
de los casos, Ud. puede usar esta invitación para seguir a ver una película tan
cálida que poco falta para que se pueda sentir la comodidad del buen vestir, el
aroma del Chanel Nº 5, el sentimiento profundo de bienvenida, el disfrute de la
casa, la seguridad de la amistad y el entusiasmo por el triunfo del Siglo XX
sobre la ostentación de la burguesía decimonónica.
En todo caso, no será fácil que Ud. vea cumplida su
expectativa por los discursos explícitos entre algún fundamento de la estética
Chanel y los del fundador de la música dodecafónica. Nada que le permita
acceder a la relación entre la venganza de Coco contra las damas ricachonas
acostumbradas al corsé, la pedrería pesada, los senos y caderas volumétricas y
los tocados como pelícanos en reposo; venganza de vestirlas ligeritas como
niñas del Hospicio de Corrèse donde había aprendido a coser, simplificadas como
criadas, con joyería sin aspaviento y peinados semejantes a los cortes
masculinos; venganza que la hizo más rica y poderosa que cualquiera de las de
su tiempo. Nada que permita acceder a
los discursos sobre la presencia de la música, los ritos y las leyendas rusas
en la obra de Stravinski, de su venganza contra Tchaikovsky y Prokofiev, contra
la danza clásica del Ballet de Moscú tomado por los bolcheviques, nada de la
función del ruido en los diálogos de la orquesta. Todo eso parece pertenecer a
los discursos teóricos que se construyen en largos textos, con palabras y
conceptos. Nada de eso es el cine. Salvo que Ud. se arriesgue a componer su
propio filme haciendo hablar los discursos underground de la imagen, el
silencio, la luz y el color del set, la secuencia muda que tal vez exprese
discursos contra la cinematografía cargada de charlatanería, beligerancia entre
las fuerzas dramatúrgicas, correteos y estridencias propias del cine americano.
Ud. verá qué hace con esta tarjeta de invitación. Se
lo advierto.
Bogotá, 23 de septiembre de 2011
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