jueves, 29 de septiembre de 2011

Juntos es demasiado (Ensemble, C’est Trop)

Directora: Léa Fazer
Guión: Léa Fazer
Género: Comedia
Duración:
Reparto: Nathalie Baye (Marie-France, la madre), Pierre Arditi (Henri, el padre), Aïssa Maïga (la amante), Jocelyn Quivrin (El hijo)
Fotografía: Myriam Vinocour
Música: Mike Lindsay
Edición: Stan Collet
Vestuario: Charlotte David
Diseño de Arte: Marie-Hélene Sulmoni
País: Francia
Año: 2010

http://www.cinevistablog.com/juntos-es-demasiado-ensemble-cest-trop-festival-de-cine-frances-resena/#comment-4822

Pobre Edipo. Caramba. Transgredir la prohibición del incesto que es la relación fundante de la cultura, obtener como premio el Reino, la mano de su madre, la paternidad de sus propias hermanas, el respeto de los ciudadanos de Tebas y, siglos más tarde, el Oscar del Psicoanálisis. Pero Destino –la intransigente Moira- le cobró su gloria y lo obligó a renunciar al poder, destriparse los ojos, desterrarse de la ciudad, convertirse de mendigo, vivir en un basural junto a los perros y los buitres y ser señalado de infamia. ¡Pobre Edipo! Aunque, al principio, rechazara las interpretaciones de Tiresias –lector de signos y presagios- finalmente coincidió con sus predicamentos. Es más, Él mismo decidió su castigo. Pero lo feo, lo verdaderamente feo es tener que sobrellevar la carga del señalamiento como Rey de Burlas de todos los chistes en la cultura occidental. Freud y Bergson echaron a andar esa especie. Y ya nadie la pudo atajar. Pobre. ¡Pobre Edipo!

Sólo faltaba que La Comedie Française le dedicase un filme para distorsionar su heroica  historia y poner a reír a los espectadores de todas partes del mundo, con semejante disparate. Pero lo más complejo en este cuento, es que se trata de reírse  de la risa. Voy a explicarme.

Que una docena de viejos hayan abusado de sus hijas y hayan engendrado en su vientre a sus propios nietos, es una desventura mundial. La prensa y la justicia castigan esa infamia. Pero que un respetado doctor lo haya hecho con la compañera de estudios de su propio hijo distorsiona la identidad de cada uno hasta el insólito. El enredo obliga a la cámara a contradecir el discurso: Gandhi, el gran Gandhi es un muñeco para esclavizar al padre; el seductor es una criatura manipulada; la seducida es una bruja; la engañada es una manipuladora; el mecánico es un torpe; los hijos, manipuladores por antonomasia, son enfermos y débiles; la solución de la comedia es que el invasor colonice la otra cara de la tierra. A estas alturas, el público es convocado al centro de la fiesta: cada que el espectador necesita un nuevo personaje, la comedia se lo facilita; cada que la historia se vuelve previsible, el filme le dice que tiene la razón; cada que el filme introduce una situación nueva, el público está de acuerdo. Como protagonista de las decisiones, el espectador decide sobre  el derrumbamiento del mundo y la familia, pero la risa conserva la seguridad cotidiana fuera de la pantalla. 

Así es esta demasía de todos juntos: una vuelta de sí sobre sí mismo. La tragedia edípica ha devenido alegre risa gracias a la Comedie Française; una risa risible y ridícula pues, cómo no va a resultar ridículo que en la mitad del carnaval se derrumbe el universo humano y se confunda la familia. Un aire de ciudad contaminada circula y el absurdo de la tragedia se vuelve regocijo. Pobre Edipo.

Sólo hay una cosa que lo salva: si el mundo se ha de derrumbar arrastrando consigo a la familia, no será en la pantalla. Ese será un asunto de la historia. Pero si Arnold Toynbee tiene razón en su interpretación filosófica de la Historia de las Civilizaciones, Edipo será glorificado para siempre. Pobre; pobre humanidad occidental y su globalización.

Bogotá, septiembre 26 de 2011.

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