lunes, 26 de septiembre de 2011

Infiel (Trolösse)


Dirección: Liv Ullmann.
País: Suecia.
Año: 2000.
Duración: 154 min.
Intérpretes: Lena Endre (Marianne), Erland Josephson (Bergman), Kristen Henriksson (David), Thomas Hanzon (Markus), Michelle Gylemo (Isabelle), Marie Richardson (Anna Berg).
Guión: Ingmar Bergman.
Fotografía: Jörgen Persson.
Montaje: Sylvia Ingemarsson.
Diseño de producción: Göran Wassberg.
Información tomada de “www.la butaca.net”

Al momento de la presentación de la película “Infiel” les leí tres poemas y les hice referencia a la producción escritural del verso y de la prosa. Les dije que el poema es el pan hecho palabras, con su condición de música, su capacidad de resonancia en las cajas del espíritu, su evocación de fantasmas y de anhelos; entonces, subrayé al poeta como sujeto de la escritura. Les dije que la novela es la complejidad anímica, social y contradictoria de los personajes moviéndose en un entramado de circunstancias que ellos crean y recrean permanentemente para alimentar en los lectores sus anhelos de ser otros, vivir en otras vidas y compartir los quebrantos y placeres que no son posibles en los límites de nuestras vidas reales y cotidianas; entonces, subrayé a los personajes como sujetos de la escritura, sujetos que se expresan en la imaginación y la mano del escritor.

Al final de la película les dije que esperaba sus correos y les sugerí temas a través de los personajes: ¿De quién quieren hablar? Les dije. ¿De Marianne Vogler? ¿De David? ¿De Marckus? ¿De Isabella? ¿Del escritor?

Ahora, aquí sentado frente al computador, organizando las ideas para mi propia intervención en el foro, me hago la misma pregunta: ¿De quién quiero hablar? Debo escoger un personaje, un ángulo para decir sobre la película. Y voy a privilegiar al escritor. Me impacta su soledad y su convicción de que no hay dolor más significativo que el divorcio; me conmueve su condición de oyente frente a la historia que le narra el personaje a quien convoca al darle un nombre, ponerle una edad, describirla como una mujer agraciada y darle unas pocas señas respecto a su dedicación y su pasado. Con esos fundamentos, su personaje toma cuerpo, llega al estudio del escritor con sus pulsiones y el recuerdo de una compleja trama de infidelidades entre todos los protagonistas de la historia. Ese hombre no termina de admirarse durante toda la narración; adusto el ceño, claras las preguntas, la mano trémola y el grito y el llanto a flor de piel en cada instante. No parece ser él quien impone los personajes. Ellos toman cuerpo y vida y alma y todo es como en el principio de los siglos naciendo a través de las preguntas.

Esto es lo que clama una respuesta: ¿Cuál es la autonomía del autor frente a la historia que narra? No me cabe la menor duda que esa historia está construida con los jirones de dolor, las estampas de amor y la máquina de sueños del autor. Pero esa materia prima cobra vida independiente en la historia particular de cada personaje y sorprende al autor que los ve, los oye, los sufre y los respeta en cada rasgo de la historia. El autor es el único personaje fiel, en toda la trama: nada de amañar y hacer una jugada oscura que le haga trampas a las criaturas de su historia. Es el amor fiel a la complejidad, al caos, a la intransigencia, al desamor y a los golpes que se cruzan en la imaginación de su cuarto. Y al final …. la soledad!! Cuando Marianne Vogler ha terminado de narrar y se deshace en el vacío, él le dice “Te voy a echar de menos” Es el vacío del hombre que ha terminado su vida, la vida de su personaje, y queda como una triste cosa puesta en el estudio donde compartió amores, dolores, esperanzas y tristezas.

Así es, también este oficio de maestro: Uds. han aceptado la invitación a mi sala de cine, la sala donde yo escogí una secuencia de directores y películas. A partir de allí, Uds. han hablado y yo les he propuesto interrogaciones que –tantas veces- se han quedado sin respuestas, porque su vida está más allá de mi voluntad. Y al final, Uds. se irán y yo quedaré aquí sólo en esta sala, en este grupo de la Internet, pensando en cuánto pesa la vida, cuán ligera se nos va, cuán rápido pasaron sus palabras en esta pantalla.

Tunja, octubre de 2006

NB: Como se ve, no pude ser fiel a mi propósito de olvidar los materiales contenidos en los viejos cuadernos. "Espero que no lo vuelva a hacer".

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