Director: Benoît Delépine y Gustave Kervern
Intérpretes: Gérard Depardieu, Yolande Moreau, Isabelle Adjani
Serge Pilardosse acaba de cumplir 60 años. Trabaja desde que tiene 16, nunca estuvo desempleado, nunca enfermo. Pero a la hora de jubilarse llega la desilusión, debido a que le falta alguna experiencia que jefes anteriores olvidaron declarar. Motivado por su esposa Catherine, Serge se sube a su vieja moto de los años 70, una "Mammut", y parte en búsqueda de sus certificados de trabajo. Durante el viaje se encuentra con su pasado y la compilación de los documentos administrativos toma un segundo lugar.
Guión: Benoît Delépine y Gustave Kervern
Producción: GMT Productions, No Money Productions
Distribución: Babilla Cine
Fotografía/imagen: Hugues Poulain
Música: Gaëtan Roussel
Montaje: Stéphane Elmadjian
Fuente: www.cinefrancesencolombia.comIntérpretes: Gérard Depardieu, Yolande Moreau, Isabelle Adjani
Serge Pilardosse acaba de cumplir 60 años. Trabaja desde que tiene 16, nunca estuvo desempleado, nunca enfermo. Pero a la hora de jubilarse llega la desilusión, debido a que le falta alguna experiencia que jefes anteriores olvidaron declarar. Motivado por su esposa Catherine, Serge se sube a su vieja moto de los años 70, una "Mammut", y parte en búsqueda de sus certificados de trabajo. Durante el viaje se encuentra con su pasado y la compilación de los documentos administrativos toma un segundo lugar.
Guión: Benoît Delépine y Gustave Kervern
Producción: GMT Productions, No Money Productions
Distribución: Babilla Cine
Fotografía/imagen: Hugues Poulain
Música: Gaëtan Roussel
Montaje: Stéphane Elmadjian
El texto de la programación del X Festival de Cine Francés dice que Ud, señor Gérard Depardieu, se
compromete a montarse en una Mammuth de 1974 y protagonizar la historia de un
hombre que, llegado a la edad de jubilación debe emprender la aventura de
lograr el reconocimiento de su pensión. De inmediato, atraen dos elementos: el
título de la película, que hace referencia a la marca de motocicletas Mammuth,
y el tema de la vejez. Así es la cosa.
Friedl Münch nació en 1927, un pueblito alemán de 1200
habitantes y, desde la infancia desarrolló una inclinación irrebatible por la
mecánica: antes de los 13 años ya había obtenido un reconocimiento escolar por
sus ideas innovadoras a un artificio mecánico. A los 17, un año antes de
finalizar la II Guerra Mundial, tuvo que alistarse en el ejército de su país,
donde sirvió como mecánico de aviación. Finalizada la guerra logró vincularse a
un taller y luego a una empresa de motos. Terminó por comprar la empresa y con
ella fue a la quiebra, pero no desistió nunca de su pasión motorbicke. Se graduó de ingeniero por correspondencia y
su genio diseñó y construyó las primeras
motocicletas de 4 cilindros, cuatro tiempos y sistema de inyección. No fue un
fabricante de motores. No. Sus máquinas estaban provistas de motores de autos
(NSU Prinze, Opel y/o Mercedes Benz), de inyección y turbo compresor, etc; pero
su acento estaba puesto en el rendimiento y la seguridad. Fueron las primeras
motos en lograr velocidades superiores a 200 K/H, compensada con la poca altura
de la base del motor y el peso extraordinario: más de 300 Kg. Se trataba de una
máquina robusta y pesada que hacía honor al vocablo escogido para su denominación:
Mammuth. Nunca fueron fabricadas industrialmente. De hecho, del modelo de 1974
sólo se produjeron 7 unidades y hoy ofrecen cerca de 18000 euros por una de ellas. Tener una Mammuth,
es tener una fortuna y, más si se trata de un viejo en trance de jubilación. La
expectativa de este filme le pone a uno los pelos de punta: ¡De por Dios,
Gérard! ¿Cómo se va a ver, Ud, con su enorme mole, su panza y su nariz torcida,
subido en la enorme y pesada Mammuth? ¿Cómo la va a consentir, hacer rugir su
motor de cuatro tiempos, lucir en la vejez sus cuatro exostos cromados
desplazados elegantemente desde el frente, por debajo del motor de un auto Opel,
de 320 kilos?
Lo segundo es la vejez. Sobre ella hay, por lo menos, cuatro
huellas notables. La primera es el poema “De senectute” de Cicerón, el romano
de la antigüedad. Allí hace su exaltación por considerarla depositaria de
experiencia, sabiduría y dignidad supremas. La segunda es la de Norberto Bobbio,
profesor de filosofía del derecho, quien durante un homenaje rendido en su
honor, por la Universidad de Turín con motivo de sus 70 años y otro a los 80,
se opone a los razonamientos de Cicerón, considerándola como deterioro,
progresiva incapacidad y descenso indetenible hacia el olvido. El tercero es la
novela “El viejo y el mar”, de Hemingway, llevada al cine con la actuación
inolvidable de Spencer Tracy: novela de la resistencia sobrehumana de la vejez
frente a la soledad, el saber hacer la labor de pesca y la demostración de que
la condición humana no se pierde ni en la inmensidad devastadora del mar. El cuarto es la
película de David Linch, “Una historia sencilla” que narra la aventura de un
viejo casi inválido, que se monta en su vieja podadora de su jardín, una
emblemática de la marca de tractores norteamericanos “John Deere”, para ir a
visitar a su hermano enfermo que vive a 400 km, en otro estado de los EEUU,
agobiado por una grave enfermedad y con quien no se habla a causa de una
desavenencia de hace más de 10 años. ¡De por Dios, Gérard! ¿Cómo va Ud. a
mantener el equilibrio entre estos cuatro puntos cardinales?
¿De qué le va a servir su condición de actor anfibio,
comprometido con no sé qué talento para
un arte entre el teatro y el cine, probado protagonista de Cristóbal Colón, Cyrano
de Bergerac , Balzac, Manon agricultor hasta la ruina, judíos, homosexuales, y
hombres de la más extraña o cotidiana condición? Ud, ya viejo, gordiflón,
mechudo, atolondrado, apestoso, marido-fiel, matador de chanchos, visitante de
cementerios; ¿cómo maniobrará una
Mammuth 74, tan vieja y tan robusta como Ud, cuando a su lado pasen las
poderosas motocicletas japonesas, a más de 200 kilómetros por hora? ¿Cómo se
vestirá para esta ocasión, cómo va a caminar, cuál será la mirada de Serge
Pilardesse -su personaje en este filme-, cómo se va a insultar con los de su
especie, cuál será su reacción cuando se sienta atrapado en la jaula de la
jubilación? ¿Ha pensado que esta vez tendrá frente a sí un monstruo de actriz
como Yolande Moreau, regordeta, impositiva, desafiante, amenazada por la edad,
memoriosa, imprevisora y justiciera como el Llanero Solitario, el de la bala de
plata? Y, lo que le hace falta, niño abandonado, maltratado y abusado: ¿no
rondará por esta vez algún Edipo? De por Dios que,” ya nos veremos yo y tu
(como cantaba Nicolás Guillén), sin odios ni tu ni yo, pero sabiendo yo y tu, a
dónde vamos tu y yo. No sé por qué piensas tu, (Gérard) que te odio yo”. De pa´
Dios que sí, Depardieu!
Bogotá, Septiembre 21 de 2011.
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