martes, 27 de septiembre de 2011

Paris

Título original: Paris.
Dirección y guión: Cédric Klapisch.
País: Francia. Año: 2008. Duración: 123 min.
Género: Comedia dramática, romance.
Interpretación: Juliette Binoche (Élise), Romain Duris (Pierre), Fabrice Luchini (Roland), Albert Dupontel (Jean), François Cluzet (Philippe), Karin Viard, Gilles Lellouche (Franky), Mélanie Laurent (Laetitia), Zinedine Soualem (Mourad), Julie Ferrier (Caroline).
Producción: Bruno Levy.
Música: Robert Burke, Loïc Dury y Christophe Minck.
Fotografía: Christophe Beaucarne.
Montaje: Francine Sandberg.
Diseño de producción: Marie Cheminal.
Vestuario: Anne Schotte.
Distribuidora: Vértigo Films.

El sirio Jamil Bichara y el libanés Raduan Murad arribaron al puerto brasileño de Bahía de Todos los Santos en octubre de 1903, con documentos de identificación expedidos por el Imperio Otomano. A través del arte de los negocios descubrieron su América rica, abierta a todas las ofertas, prostibularia, cacaotera, navegante y sin fronteras entre imaginación y realidad. Cuenta Jorge Amado que esos dos personajes, protagonistas de su novela De cómo los turcos descubrieron América, tuvieron un nacimiento literario espurio: pertenecen a “Tocaia Grande”, narración que no los admitió y los mandó al olvido. Pero ellos siguieron viviendo agazapados en los rincones de la imaginación del novelista, de donde salieron para constituirse en héroes del descubrimiento turco. De cómo los turcos descubrieron América no es una obra menor, pero eso sí, es un relato construido con los jirones no contados en la magna “Tocaia Grande”. No la repite, es cierto, pero es testimonio de la fidelidad de Amado al colorido de ese Brasil desbordante que nunca estuvo ausente de su pluma, aún cuando –para regocijo del autor- lo tildasen de repetitivo.

Así me planto ante Paris y lo reconozco, porque –aunque nunca haya ido a sus mercados, ni paseado por sus calles, ni vivido sus angustias y amores, ni entrado a sus edificios abarrotados de habitaciones y aventuras, ni conozca su cielo, ni sus nubes jamás provocaran mis fantasmas- lo tengo en mí, gracias a la desbordante y “Fabulosa historia de Amélie Poulain”.

Reconozco los jirones recuperados del cesto: es otro paseo por París con sus seres ambiguos, su turbulencia de afectos y desafectos como un pastiche de imágenes volando en el ojo de la cámara que no se cansa de registrar rostros, brazos, manos, angustias, seducciones frustradas, calles, plazoletas y construcciones emblemáticas. Hasta las mismas lluvias y cielos y nubes cobijando el tránsito. Y los mercados de Amélie Poulain. La historia truculenta cansada de cotidianidad real.

Reconozco la novedad de Paris, filme construido con los elementos asimétricos de la vieja historia: mientras que Amélie se hacía las preguntas rotundas de la infancia (¿cuántas parejas copulan ahora mismo?), Pierre al borde de la muerte, se pregunta si volverá a copular alguna vez. Amélie sola, luchaba contra el mundo para encontrar al joven de sus amores, así tuviese que aparentar de “Zorra”, mientras Élise cría a sus hijos armada con el desencanto y animada por lograr el último suspiro amoroso de su hermano. Mientras Amélie luchaba por abrir una rendija de vida para su padre viudo y encerrado en el jardín de sus nostalgias, Pierre se pone en peligro bailando y dirigiendo el carnaval para sus sobrinos colmados de preguntas y lenguajes sin diplomacia alguna.

¿Quiere esto decir que Amélie se atravesó y me impidió el disfrute de Paris? ¡En modo alguno! Tampoco el conocimiento previo de “Tocaia Grande” y las lecciones sobre el Descubrimiento de América rendidas a mi profesor Gustavo Enrique Camargo, por allá en los años cincuenta, fueron obstáculo para disfrutar De cómo los turcos descubrieron América. Al contrario: esta lectura me permitió aferrar que lo real inmediato demuestra que el Descubrimiento es una metáfora; en realidad, una farsa de la cultura europea. Paris es un goce, una espléndida farsa para turistas de ilusiones.

Bogotá, 27 de septiembre de 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario

La naturaleza de un blog es servir de plataforma para la circulación de visiones. Espero la suya y tenga seguro que si no es spam comercial, le daré vía libre para que aparezca aquí. Muchas gracias.